Sabemos que no se puede poner resistencia a huracanes, tormentas u otros fenómenos naturales peligrosos. Con ellos, solamente tomar precauciones para evitar al máximo posible sus daños, materiales y humanos; pero cuando ocurren, obligatorio asumirlos y enfrentar sus consecuencias y carga de perjuicio o dolor. Si hablamos de sufrimiento en cualquier caso, esa debe ser la idea también. Nadie quiere sufrir, pero resistirse al sufrimiento es el sufrimiento, no el dolor en sí. Si se mentaliza el dolor plenamente, como experiencia necesaria de la vida, el sufrimiento desaparece. Así como tras un ciclón los estados auxilian a los ciudadanos, reconstruyen y buscan condiciones para enfrentar mejor eventos futuros, experiencias personales dolorosas fomentan templanza y madurez individual. Cuestión de resiliencia.

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