Como se esperaba, el nuevo gobierno empezó a mostrar “trapos sucios” de la administración pasada, por ejemplo, el inescrupuloso abultamiento de nóminas de instituciones públicas. Eso es violatorio de la ley, corrupción, aunque la política clientelar que predomina en el país hace que algunos pretendan excusarlo. “Nunca se corrompe al pueblo pero frecuentemente se le engaña y solamente entonces es cuando parece querer lo malo”, dijo Rosseau. La finalidad del Estado es el interés común y solo en función de eso debe ser gobernada la sociedad. Es tremenda desgracia cuando elegidos para gobernar se olvidan de eso y ejercen el poder privilegiando interés particular y de acólitos. La esperanza con las autoridades recién electas es que la moral pública realmente retorne.

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