La transfusión de sangre está indicada y es necesaria para el tratamiento de pacientes que, en un momento determinado, presentan una falta de componentes sanguíneos que no puede ser sustituida por otras alternativas, señala Evelin Mena Toribio, hematóloga de adultos y médico internista. Sobre el tema, la especialista responde a las siguientes inquietudes:
¿Cómo este procedimiento puede ayudar al paciente?
Las transfusiones de sangre ayudan a personas que han sufrido lesiones graves o que padecen de enfermedades serias, tales como cáncer. Para algunos pacientes las transfusiones de sangre pueden reponer una parte importante del volumen de sangre que carecen. En muchas situaciones, una transfusión de sangre puede salvar la vida de quien la reciba.

Para suministrar la sangre al paciente, ¿cómo se da el protocolo entre médico y paciente?
La transfusión de sangre es un procedimiento médico y, por lo tanto, requiere un consentimiento informado individual. Este es un documento médico legal en el que se explican los beneficios potenciales de administrar sangre y los riesgos inherentes de su administración.

Además, se verifican minuciosamente las pruebas de compatibilidad sanguínea y que el hemoderivado que ha de administrarse cumpla con los estatutos de bioseguridad que garanticen tranquilidad al momento de su administración.

¿Existen riesgos para el paciente que recibirá la transfusión?, ¿cuáles?
Sí, todos los procedimientos médicos están enlazados a riesgos. La transfusión sanguínea es actualmente una terapia muy segura, debido a las medidas en la selección de donantes, métodos de procesamiento e indicaciones estrictas a pacientes. No obstante, por su naturaleza de producto humano y posibilidad transmisión de enfermedades, no está exenta de efectos secundarios. Algunos están asociados al tipo de componente sanguíneo y otros son específicos del estado del receptor (inmunosupresión, transfusión crónica, etc.).

Las reacciones adversas son de etiología diversa y pueden suceder durante el acto transfusional, inmediatamente después, o posteriormente. Por ello, independientemente de su etiología, se clasifican en inmediatas y retardadas. De manera indistinta puedo mencionarte reacciones hemolíticas, reacciones alérgicas: urticaria, anafilácticas, edema pulmonar no cardiogénico (TRALY), sobrecarga circulatoria, alteraciones metabólicas y térmicas, reacciones hipotensivas, fiebre, trasmisión de enfermedades virales, hepatitis B, hepatitis C, VIH, citomegalovirus, enfermedades bacterianas y parasitarias, entre otras.

Es por tal motivo que la OPS recomienda que los individuos que recibieron transfusiones no deben ser considerados como donantes durante 12 meses después de la transfusión. Estas personas deben ser estimuladas para que tres meses después de la transfusión se realicen las pruebas que detectan infecciones transmisibles por transfusión prevalentes en su área. Debe recomendarse a los pacientes que son sexualmente activos, que practiquen sexo seguro especialmente durante el período de diferimiento para proteger a sus parejas.

¿En qué situación el médico debe omitir este tratamiento en el paciente?
Existen situaciones particulares en las que el médico nunca deberá proceder a la transfusión como opción terapéutica, tal es el caso de la negación de paciente y su firma legal de renuncia a la hemoterapia como tratamiento; común es el caso de personas con preferencias culturales o religiosas, en este último, citamos a los Testigos de Jehová, quienes basan sus creencias sobre una interpretación literal de la Biblia y no aceptan la transfusión de sangre o sus derivados.

¿Puedo donar sangre para mí mismo?
En ocasiones, alentamos a las personas que tienen una cirugía programada que donen su propia sangre. Se guarda y se devuelve cuando la necesite. Esto se llama donación autóloga. Se requiere el conversatorio con su médico para verificar si puede donar su propia sangre. Si esto es posible, se realizarán los trámites con el Banco de Sangre. Además, puede donar su propia sangre varias veces durante el mes antes de su cirugía. La transfusión debe estar guiada por un médico experto en el área, que proporcione seguridad y que garantice tener los conocimientos necesarios, así como habilidades validadas.

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