El país acaba de entrar en un proceso en el cual la administración del Estado tiene una nueva visión que, al parecer, se desplaza hacia la búsqueda de soluciones reales para alcanzar el desarrollo sostenido de la nación y mejores condiciones de vida para sus ciudadanos.
Las autoridades entrantes han encontrado muchos problemas en cada uno de los sectores que componen los fundamentos de la nación como salud, vivienda, educación, libre tránsito, paz ciudadana y el ejercicio de una democracia real más compartida.
Para lograr materializar esta visión, es preciso que los dominicanos pensemos seriamente en colaborar trabajando con entrega en el cumplimiento de esta sagrada misión y dando un tiempo a los escogidos para lograrlo, que es igual a otorgarle un ciclo de espera y contribución a la patria donde nacimos.
Salir del desorden administrativo y social que arrinconó a la mayoría de los ciudadanos cuesta mucho, no solo en inversión de los sectores público y privado, sino también en el respaldo moral que ellos requieren de quienes que realmente aman el país y quieren verlo salir a flote.
El control en el despilfarro del Erario, el nepotismo rampante, la correcta inversión en el campo y la ciudad, es responsabilidad de todos, porque igualmente estamos comprometidos a velar por los mejores intereses de la patria legada por Duarte, Mella, Sánchez y Luperón, la cual es confiada cada cuatro años a los hombres y mujeres escogidos mediante el llamado voto popular.
La voluntad política es el más efectivo cañón en el combate a la corrupción, la lenidad judicial, el crimen organizado, la delincuencia común y la desidia administrativa en la cosa pública. El país es de todos, razón por la cual debemos pensar en la parte que nos corresponde como ciudadanos y cumplirla.
Ahora se requiere un poco de nuestro tiempo y que hagamos los aportes a nuestro alcance en favor de la patria y sus mejores intereses. Es tiempo de procurar la paz y armonía de los dominicanos.
