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La formalización del partido Fuerza del Pueblo (FP), tras la conclusión del primer Congreso Constitutivo, deja el escenario político claramente repartido. El gobernante Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) necesariamente tendrán que contar con el nuevo jugador que se define a sí mismo con vocación de poder.

De hecho, actualmente el poder está dividido en esas tres organizaciones, con el rol dominante del PRM, a cargo del Poder Ejecutivo, mayoría en el Senado, la Cámara de Diputados y las alcaldías. En tanto, el PLD es segunda mayoría en la Cámara de Diputados con más de 60 representantes, y la Fuerza del Pueblo es segunda mayoría en el Senado, con nueve legisladores, el PRM domina con 19 y el PLD tiene tres. Además, fue bajo su influjo que se constituyó la actual Suprema Corte de Justicia.

La FP tiene una desventaja frente al PLD y el PRM, pues no recibirá parte del 80% de los recursos que entrega el Estado a los partido, luego que la Junta Central Electoral (JCE) aplicó un criterio de distribución en el que esa organización no alcanzó el 5% de los votos necesarios para entrar en ese porcentaje. La entidad apeló el caso ante el Tribunal Superior Administrativo que reenvió la audiencia del caso para el 12 de mayo. Además de los recursos el tema tiene un efecto político para la organización que tendría que lidiar con el filo que sacarán sus adversarios al estigmatizar la organización como partido minoritario.

De cara al 2024, es evidente que el escenario quedará más fragmentado que en las elecciones del 2020. Para ese certamen por la Presidencia el mayor reto lo tiene el PLD, que tiene que identificar quién encabezará la boleta, pues su principal líder, Danilo Medina, está impedido por la Constitución para aspirar de nuevo a la Presidencia, mientras que la FP se da por hecho que Leonel Fernández será el candidato presidencial, mientras el PRM tiene al presidente Luis Abinader como su gran activo, sin impedimento constitucional para repostularse.

En el PLD los nombres que más suenan para encabezar la boleta son los de Francisco Domínguez Brito, Gonzalo Castillo, Abel Martínez y Margarita Cedeño. Pero lo que definirá quién será el candidato presidencial será el que cuente con el apoyo del expresidente Medina por el dominio casi absoluto que tiene de esa organización.

Con vista al 2024, el PLD se ha debilitado por la renuncia de 13 legisladores, una cantidad importante de alcaldes y regidores. Sin embargo, ese partido no se resquebrajó tanto como se proyectó, y recientemente concluyó el Noveno Congreso sin mayores inconvenientes en el que escogió al expresidente Danilo Medina como presidente de la organización y a Charlie Mariotti, secretario general. El PLD ratificó a los antiguos miembros del Comité Político y aún no tiene que lidiar con los ruidos que genera la renuncia permanente de dirigentes y miembros de la organización.

La FP, aunque concluyó su congreso constitutivo, tiene pendiente la elección de las autoridades. Este tipo de proceso suele ser más conflictivo por el interés de los dirigentes de acceder a los cargos y organismos de dirección. Un tema que está en conflicto en la organización es que la secretaría general se habría reservado para los antiguos militantes del PTD y hay dirigentes como el senador de San Cristóbal, Franklin Rodríguez, que aspiran a la misma.

El problema tanto del PLD como de la FP es que el voto que le dio cinco victorias electorales seguidas ahora está dividido y la historia electoral enseña que en esos escenarios es difícil vencer en las urnas. Al parecer Fernández está consciente de esa realidad y desde hace un tiempo ha insistido en el discurso de “unificar la familia peledeísta”. “En algún momento la fuerza boschista va a converger y a dirigir de nuevo los destinos de RD”, sostuvo recientemente.

Los retos del PRM para retener el poder van más allá de mantener la unidad interna que logró en el pasado proceso electoral, pero que a solo siete meses de estar en el gobierno algunos dirigentes han empezado a hacer oposición al gobierno. Pero el gran reto de Abinader es manejar con éxito la crisis sanitaria, económica y social desprendida de la pandemia de la covid-19.

Hasta ahora, el gobernante ha pasado la prueba. En materia de salud ha logrado desarrollar con éxito la vacunación, hasta ahora la mayor apuesta mundial para contener el virus y volver a la normalidad. La crisis económica todavía reta al gobierno por el alto nivel de endeudamiento y la lentitud de la recuperación, pero tanto Abinader como las autoridades monetarias, en la persona del gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, están optimistas con la recuperación de la economía este año. Si el gobierno tiene éxito en el manejo de la economía entonces controlará posibles estallidos sociales.

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