Aliento para el amigo Zapete

El papel de la prensa independiente es fundamento de la democracia. Es oxígeno por donde los pueblos respiran libertad y desahogan muchas de sus más grandes frustraciones.

El papel de la prensa independiente es fundamento de la democracia. Es oxígeno por donde los pueblos respiran libertad y desahogan muchas de sus más grandes frustraciones. Tras la caída de la dictadura trujillista en 1961, la República Dominicana respiró aire puro y puso fin al miedo. El pueblo llano dejó de hablar bajito, en secreto, para hacer críticas fuertes al Gobierno. Terminó la era de la intolerancia dictatorial, que tiene siempre como norte la represión de las voces disidentes, y en ese tenor irremediablemente la prensa crítica tiene que ser silenciada. En la era postrujillista podemos resaltar los hechos más negativos, que culminaron con el asesinato de periodistas tan brillantes como Gregorio García Castro y tan emblemáticos como Orlando Martínez, en medio del más férreo combate por la defensa de la libertad, el derecho a hablar, a disentir y defender una mejor vida para todos.

Aquellos hechos ocurrieron en el marco de una represión política bárbara. Las muertes, atropellos y desapariciones crearon un clima de indignación nacional que lejos de alcanzar el propósito de consolidar el régimen terminó poniéndole fin. La era del crimen y el abuso de poder concluyeron con la caída de Joaquín Balaguer en 1978 derrotado en las urnas. El concurso de la prensa libre e independiente fue decisivo con toda una generación de comunicadores profesionales y medios responsables que jugaron su papel en ese oscuro capítulo de la historia dominicana. Tanto así que al regresar al poder en 1982, Balaguer tuvo que ajustarse a los nuevos tiempos y como intelectual y estadista sabio asumió una postura más liberal en la conducción política del Estado. Esas son conquistas del pueblo dominicano, ganadas en parte por la prensa y su defensa intransigente de la democracia.

Ahora, cuando soplan vientos de intolerancia contra la prensa, hay que estar vigilantes. Todavía hay muchos dominicanos que viven con el nudo en la garganta porque no pueden hablar. Necesitan oír voces claras y disidentes. Los periodistas gozamos de privilegios que la mayoría del pueblo no tiene, ni siquiera ahora con el moderno fenómeno de las redes sociales, el internet y la televisión. Pero nunca como ahora más de dos millones de dominicanos del exterior tenemos derecho a saber lo que está pasando en el país, podemos ver las noticias y los comentarios sobre la actualidad nacional e internacional. Periódicos, radio y televisión con noticias frescas y comentarios puntuales al alcance de todos.

Este periodismo crítico, desafiante, tiene sus enemigos, pero muchos aliados: el pueblo dominicano. Comunicadores íconos como Marino Zapete son contrapeso de la democracia. Por la verticalidad de sus críticas, Zapete, a quien conozco desde que iniciamos esta carrera hace más de treinta años, se ha ganado el respeto de la diáspora. Es por eso que cuando el amigo Freddy Arias, un reconocido empresario de la comunicación en Nueva York, me invitó a participar en la organización de un conversatorio-reconocimiento a Marino, rápido atendí a su llamado. Fue una experiencia inolvidable, reveladora de por qué Marino está cargando tan pesado con ese peregrinaje hacia las cortes. El peso de sus verdades es ya indiscutible. La democracia es disidencia, controversia, debate. La gente confía en tu mensaje. Así lo pregonan en las calles. ¡Adelante Marino, sin miedo ni vacilación!

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