Ante el trance de Chávez

La situación de Venezuela, y con ella la del presidente Hugo Chávez, y las preocupaciones que genera, permite nueva vez observar cómo…

La situación de Venezuela, y con ella la del presidente Hugo Chávez, y las preocupaciones que genera, permite nueva vez observar cómo las comunicaciones nos acercan y apreciar también las implicaciones de la política internacional.

Venezuela, por su peso específico, ha jugado un papel importante en las Américas, como promotora de valores democráticos y auspiciadora de una relación Sur-Sur fundamentada en la solidaridad y el compromiso con las naciones con menos capacidad económica.

El presidente Chávez ha sido el protagonista de la Venezuela solidaria de estos tiempos, y ha impulsado un novedoso programa de financiamiento energético a diferentes países de la región que ha sido clave para solventar las fluctuaciones alcistas del petróleo, que impactan dramáticamente las economías de los países no productores.

Pero además, Chávez ha desarrollado un liderazgo que no sólo se basa en el petróleo, que sí importa, sino también en los valores de una Revolución Bolivariana que propugna por una visión del continente en función del desarrollo de sus propias capacidades, de sus políticas de integración, intercambio y gobernabilidad.

En ese ejercicio ha encontrado las naturales resistencias, en el mismo subcontinente y en Norteamérica, donde no se le ha comprendido. Estados Unidos da notaciones claras de que prefiere no tenerlo como interlocutor. En medio de su drama, el departamento de Estado, a través de su portavoz, declaró que ante la eventualidad de que Chávez no pueda juramentarse, se lleve a cabo una “elección que sea totalmente transparente, libre e imparcial, incluida la atmósfera para esos comicios”. Sería más delicado esperar el desenlace, cual sea.

La Constitución venezolana establece muy claramente el protocolo a seguir en una situación como la que vive esa  nación.

Ahora, lo prudente, lo humano, es desear que el presidente Chávez supere el trance. Los dominicanos, que siempre hemos cultivado una relación de hermandad con Venezuela, deseamos profundamente la recuperación del mandatario. Y en cualquier circunstancia, apostamos a la paz, a la convivencia pacífica entre los venezolanos.

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