El ritmo de inversión pública que mantuvo la administración del presidente Leonel Fernández se apoyó en una agresiva política de endeudamiento, el mismo que propició un crecimiento económico sostenido que junto a la estabilidad fue su portaestandarte.
La nueva administración se encuentra con el peso de una deuda de 17 mil 426 millones de dólares, de los cuales el 71.7% es externa y el 28.3% interna, y un déficit estimado para este año de más de cien mil millones de pesos, lo que prácticamente la conduce a un callejón de estrecha salida, y trata de determinar cómo afrontar la situación.
La elaboración del presupuesto nacional del 2013 en medio de ese panorama parece una tarea complicada. Aun no se identifican las fuentes para financiarlo y la conclusión extendida es que será necesario el ajuste fiscal.
Y preocupa el futuro de la economía. Si las nuevas autoridades se conformarán con administrar la crisis o harán lo necesario para convertirla en una oportunidad para continuar la política de crecimiento que permitirá modificar las condiciones de pobreza que afectan a la mayoría de los dominicanos.
Hoy se debate en el mundo el mejor modelo para vencer el lastre de la deuda y la falta de recursos de los estados para atender los requerimientos de los ciudadanos. Y pareciera anidarse la creencia de que la austeridad no está asociada al crecimiento. Sin embargo, prácticas austeras no tienen que conducir necesariamente a una suerte de estancamiento. Una combinación de factores podrían derivar a un estado de equilibrio con equidad social. En ningún caso esa austeridad puede ser para constreñir más a los pobres.
De todas formas, al margen de que se establezcan nuevas bases para las recaudaciones fiscales, y estas resulten positivas, el gobierno requerirá recursos frescos, urgentemente, para acometer las políticas públicas. Y tratar de devolver cierto dinamismo a la economía.
Por eso la administración del presidente Danilo Medina está recurriendo al FMI, porque una reforma fiscal no rendirá frutos inmediatos y el gobierno no puede cruzarse de brazos ante la realidad.
