Con un hit, merengueros ganan millones de pesos

Miriam Cruz es el caso más reciente para ilustrar una regla de oro de la música: a mayor nivel de pegada, suben las contrataciones y, a su vez, aumenta la cotización.

Miriam Cruz es el caso más reciente para ilustrar una regla de oro de la música: a mayor nivel de pegada, suben las contrataciones y, a su vez, aumenta la cotización. Regla que se aplica para cualquier género, no sólo para el merengue, ese ritmo que para algunos sectores ha caído, desde su época de oro durante los años 80, en una supuesta crisis de la que aún no ha podido salir.

Una crisis que sólo afecta a aquellas orquestas que no logran pegar siquiera un tema o de agrupaciones, como pasa en todos los géneros, que sencillamente no conectan con el público. “Cosas de él” le sirvió de punta de lanza a la ex integrante de Las Chicas del Can, a quien este año le han contratado en el exterior en seis ocasiones y aún le restan otras seis salidas del país, mientras que aquí, sigue tocando, con una cotización envidiable, según explicó a elCaribe su manejador E. Landorfi.

“Lo primero es la vigencia del artista con producciones en la radio, y lo segundo es ajustar los precios para que los promotores y propietarios de establecimientos puedan hacer negocio con esos artistas”, dijo el empresario artístico Amable Valenzuela. “Uno de los errores que han cometido los bachateros tradicionales, es que han aumentado su cotización a tarifas insostenibles para este mercado. No se puede ser tan abusivo”, agregó.

Valenzuela estima que un promedio de 300 personas que compran boletas para asistir a las presentaciones de las orquestas que tocan en la discoteca Jet Set, salvo algunas excepciones. “Pero ya tenemos en el país dos agrupaciones que están cobrando por encima de los RD$400 mil, y ese es un precio que un empresario no puede asumir”, acotó.

Unos suben, otros bajan

Mientras unos artistas suben su nivel de popularidad, otros bajan. Es otra regla centenaria del volátil y cambiante negocio de la música. En el 2011, Miriam Cruz (que todavía sigue con una vigencia favorable) se convirtió en la artista del momento, quizás conquistando la plaza que dejaba atrás un Omega más envuelto en polémicas y conflictos fuera del país, que preocupado por mantener el liderazgo que como mambero conquistó en los últimos tres años.

Pero antes de Omega estuvieron otros, pegadísimos, cotizadísimos, fuera de las orquestas tradicionales como Los Rosario, Sergio Vargas, Eddy Herrera, Héctor Acosta y Fernandito Villalona. Fuera de esos estándares, surgieron agrupaciones que pudieron colarse en el mercado con un valor en el mercado aceptable, como fue el caso de Tito Swing, Julián Oro Duro, El Sujeto y Juliana.

El veterano empresario Raphy D’Oleo recuerda que en todas las épocas se ha hablado de que el merengue está en crisis, y a eso siempre se le ha dado la vuelta. “Hay que hacer una reingeniería del negocio de la música. Si hay una crisis mundial, lo lógico es que los elementos individuales de las sociedades hagan una reingeniería para adaptarse a eso. Pero los merengueros se niegan a hacer esto. Se niegan a volver a los orígenes de los sistemas promocionales, cuando los artistas tenían contacto directo con los medios de comunicación”, comentó.

D’Oleo apuntó que esas orquestas que tradicionalmente logran pegar un hit experimentan una mayor demanda en el mercado, pero eso no significa que aumente su cotización. “Son grupos de catálogo, con un repertorio establecido, como es el caso de Miriam Cruz, como sucedió con El Jeffrey o con Rubby Pérez cuando regresó de la mano de Gerardo Díaz y Los Toros Récords, se beneficiaron de contrataciones a granel, pero su cotización se mantuvo bajo los estándares regulares”.

Gran pegada
Toño Rosario se convirtió a finales de los 90 y principios del 2000, en una de las orquestas más cotizadas.

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