Desahogo

A propósito de la inminente selección de los miembros de la Junta Central Electoral y de la Cámara de Cuentas, mi fiel lector Carlos Valerio me escribe desde Sabaneta. Lean ahí: “La sociedad dominicana no se merece que el país político la…

Desahogo

Sonia Valenzuela, confesa lectora de Top Secret, me escribe por correo electrónico. Trato de resumir su email. Email. Lean ahí:…

A propósito de la inminente selección de los miembros de la Junta Central Electoral y de la Cámara de Cuentas, mi fiel lector Carlos Valerio me escribe desde Sabaneta. Lean ahí: “La sociedad dominicana no se merece que el país político la mantenga en vilo por la escogencia de los miembros de la Junta Central Electoral.

Los dirigentes y “líderes” de los diferentes partidos, de todos los partidos políticos, deberían tratar con más respeto a la gente, y abandonar esa estrategia para el desasosiego de la colectividad. Hay organizaciones y sus voceros que han hecho del cumplimiento de este trámite constitucional un asunto de vida o muerte.

Se parapetan en posiciones de fuerza para negociar colocación en el tablero aunque hacia el público proclamen que eso no les interesa. Ofenden la inteligencia de los que vemos desde lejos, y no faltan algunos que se creen esa hipocresía. Quieren mantener como un secreto que buscan controlar la institución que organiza y maneja la celebración de elecciones, porque en las urnas no han obtenido el respaldo de los votantes del que tanto cacarean.

Y en su alocada carrera, olvidan que con su proverbial sabiduría, nuestros campesinos grafican posiciones como las de ellos con la expresión de que culebra no cae en lazos. Con lo de la Cámara de Cuentas pasa algo parecido, aunque han habido escapes y ya se conoce de líneas bajadas para hacer valer aquello de donde dije digo dije Diego, en parodia de la negativa a exhibir membresía partidaria para aspirar. Repito: La sociedad dominicana no se merece que el país político la mantenga en vilo en esta ni en ninguna otra coyuntura.

Ojalá los políticos entendieran que todos, absolutamente todos, estamos hartos de sus trapacerías, de sus engaños, de su doble cara. Ustedes se imaginan esta sociedad libre de tantos politiqueros, politiquitos y politicastros. ¡Qué feliz seríamos todos!

Y que nadie venga con el cliché de que sin embargo, sin ellos no podríamos vivir.
Tenemos derecho a la tranquilidad sin políticos del tipo de los que nos gastamos. ¡Ojalá!”. Sin comentarios…

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Sonia Valenzuela, confesa lectora de Top Secret, me escribe por correo electrónico.

Trato de resumir su email. Email. Lean ahí:

“Su columna me provoca tanto, que a veces siento enormes deseos de suspender mis actividades comerciales y jugar tenis, en una franca camaradería diaria en la que usted me tiraría la bola y yo se la devolvería con mucho entusiasmo, por simpatía. No pudiendo ser así, me limito a pelear por los hechos que mas me rasguñan el alma, porque aunque no dispongo del tiempo como quisiera, me fuerzo a hacerlo cuando mi apetito huye en bandolera por creer que si no lo hago, mi vida se estacionaría en un círculo donde la desidia, la indiferencia, la inercia o el agotamiento, me llevarían a abandonar los intereses de La Patria. Y créame, que el día que lo haga, mi razón de vivir habrá terminado. No creo haya otra cosa más grande en mi vida que esta Patria querida y luego mi familia, siendo la más cercana mis dos hijos. Sepa que cada vez que estaba embarazada y vivía en los EE.UU., vine a parir aquí solo para que mis hijos fueran netamente dominicanos. Así las cosas, el día que no puedo responder a los absurdos de los Presidentes me enfermo. Debería existir un muro de lamentaciones para ellos, ya que aun disponiendo de incontables ministerios, direcciones generales, cuerpos de ayudantes, juntas, patronatos, fundaciones, etc., no funcionan, y por tanto, no sirven para nada (Perdón, no debo ser injusta, me olvidaba que hacen algo: cambiar los nombres para que cada uno justifique “la gran labor realizada”). De lo contrario, irónicamente, este país no estuviera patas arriba con sus habitantes teniendo que hacer lo que pueden para sobrevivir, ya que no hay por donde salir a flote ni por donde entrarle a las razones, empezando porque la Constitución para todos los Presidentes no es más que un inútil pedazo de papel, pasmosa realidad con la que tenemos que vivir. Los ejemplos del director de Migración frente al caso de los haitianos y el de Hipólito Mejía valorando las acciones de Trujillo deben llamarnos a reflexionar seriamente”.

Todo un desahogo que respeto…

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