Discurso y realidad

Un ejercicio eterno de quienes pretenden dirigir a las masas es la búsqueda del secreto que permite llegar hasta ellas, y que entiendan los propósitos que se persiguen.

Discurso y realidad

Jeremiah Knight, el siempre cortés agregado de prensa de la embajada de los Estados Unidos ha enviado una nota explicativa sobre las declaraciones publicadas ayer por elCaribe emitidas por Alexia Panehal, directora de la Agencia de los Estados Unidos&#82

Discurso y realidad

La competencia por el favor popular pasa por etapas, y los actores políticos van ganando peldaños que los colocan en determinado posicionamiento. Para alcanzarlo, hay que ser asertivo, en la calidad de los discursos, la seriedad de las propuestas,&#8230

Un ejercicio eterno de quienes pretenden dirigir a las masas es la búsqueda del secreto que permite llegar hasta ellas, y que entiendan los propósitos que se persiguen.Cuando se tiene algún avance en esa dirección puede decirse que se ha logrado conectar con un público o diferentes tipos de públicos.

Antes era mucho más difícil que ahora. Los medios de comunicación no habían alcanzado los progresos de hoy. Imagínese cuánto costaba llegar a las personas antes de la radiotelevisión.

El medio más eficiente lo constituía el contacto mano a mano, cara a cara. Con el desarrollo de las redes electrónicas todo es más fácil.

Poco se habla de adecuar los contenidos a los diferentes públicos. Las redes sociales, junto a la creciente y desordenada urbanización, permiten que los actores estén más cerca.

Pese a todos esos recursos, las conexiones reales, fuertes, que permitan compartir campos comunes y sobre todo, que generen empatías, no resultan sencillas.

El avance de las comunicaciones no soluciona la cuestión capital. Más que hablar el mismo lenguaje, es saber llegar, crear confianza y esperanza en la gente. Construir esa realidad toma tiempo, y preservarla, un esfuerzo de toda la vida.
Por eso, los liderazgos deben buscar la mejor manera de mantener los vínculos con sus parciales y potenciales seguidores. Con ellos se busca la permanente comunicación y los discursos deben encuadrar en un marco de referencia común. Identidades que eviten disonancias tendentes a deshacer los vínculos establecidos.

Por eso, el discurso nunca debe andar lejos de la realidad. No puede pretenderse llevar a sus simpatizantes más allá de donde pueden ir. Se corre el riesgo de llegar solo. Entonces se habrá perdido el esfuerzo invertido.

Un liderazgo inteligente no debe llevarse de los cantos de sirenas. O correr al socaire de quienes proclaman la guerra sin tener la capacidad para hacerla. Debe conocer los límites y alcances de su fuerza, su capacidad para conducir las riendas en sus manos y nunca dejar que las emociones lo aparten de la realidad.

Un liderazgo responsable no se juega todas las cartas en una sola batalla. No importan los gritos que surjan a su alrededor.

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Jeremiah Knight, el siempre cortés agregado de prensa de la embajada de los Estados Unidos ha enviado una nota explicativa sobre las declaraciones publicadas ayer por elCaribe emitidas por Alexia Panehal, directora de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), en la inauguración de la Cámara de Comercio LGBT de la República Dominicana.

Knight no intenta desmentir, sino aclarar “que la información publicada sobre USAID requiere de más contexto sobre las iniciativas realizadas a favor de la comunidad LGBT en el país”. Lo acogemos con interés. Sus explicaciones están publicadas íntegras en la página 5 de la edición de hoy.

Knight explica algo más: “La Embajada de los Estados Unidos de América siempre valora la cobertura de la prensa escrita hacia programas que realizamos para el fortalecimiento del país en áreas de interés del gobierno estadounidense como los son los derechos humanos y el acceso para poblaciones vulnerables. La actividad de ayer presentando la recién creada Cámara de Comercio LGBT forma parte de esto”.

Satisface la comprensión de este funcionario de la representación diplomática.
elCaribe no miente, y menos maliciosamente. Tampoco se somete a caprichos. Alexia Panehal hizo una exposición formal durante el acto, que reseñamos adecuadamente. Sus palabras improvisadas están grabadas y no se alejan para nada de lo publicado.

No estamos para apañar. Tampoco es nuestro propósito alterar las manifestaciones de los actores sociales. Tratamos de reflejar la realidad. Por eso hicimos un esfuerzo consciente de publicar de manera separada la realización de la actividad y una declaración política posterior de Panehal que tenía otro interés.

No entendemos ciertos celos de la jefatura de la embajada de los Estados Unidos. Si exponen sus puntos de vista deben imaginar que despertarán interés en la ciudadanía.

Una declaración pública no tiene que ser sometida a “verificación”. Nos aseguramos de que cada expresión pronunciada sea recogida y reproducida con la debida calidad.

Los funcionarios de la embajada deben medir cuanto dicen, para no andar quejándose por ahí de los medios de comunicación que se manejan con profesionalidad.

Respetamos el ejercicio del periodismo y nos resistimos a complacer peticiones indebidas.

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La competencia por el favor popular pasa por etapas, y los actores políticos van ganando peldaños que los colocan en determinado posicionamiento. Para alcanzarlo, hay que ser asertivo, en la calidad de los discursos, la seriedad de las propuestas, y especialmente en la autenticidad de los ataques.

Ese comportamiento permitirá lograr adecuados niveles de conexión con los diferentes públicos, sean los emocionales o quienes quieren escuchar los pareceres sobre los más importantes problemas. Denuncias comprometedoras, impactantes, que no resistan ninguna comprobación, pueden provocar resultados no deseados.

Todo eso significa que es necesaria la preparación, el conocimiento, y especialmente una adecuada administración de la inteligencia emocional. Evitar que en un solo acto o una expresión fuera de lugar, haga que se pierdan los peldaños alcanzados.

La acción política, aunque muchos la asimilen al espectáculo, porque requiere niveles de actuación, da resultados sólo en la medida en que se fundamenta en la realidad. Se nutre de realidades. Es decir, no se debe construir un discurso que no se inspire en el conocimiento, en las vivencias cotidianas, en el quehacer ciudadano, al margen de la realidad.

Cualquier vecino puede fácilmente proclamar: ¿Y dónde está este señor? ¿A quiénes cree que les está hablando? Aunque el liderazgo no siempre recibe ese tipo de respuesta espontánea es muy usual cada vez que se pega un largo batazo de “foul”.

Hay pues que manejar muy bien el arsenal de ataques. Un mal manejo puede provocar un efecto contrario al deseado, y lo peor de todo, un gradual desgaste que se puede agravar con un deterioro progresivo de la imagen.

Y hablando de una campaña política, que puede devenir en una guerra prolongada, tampoco resulta prudente lanzar todos los tiros en las primeras batallas. Se corre el riesgo de quedarse sin municiones, con el agravante de que ese comportamiento empuja al adversario a prepararse para el peor escenario, para una guerra total.

Es momento de pasar revista. Chequear si el discurso concuerda con la realidad, si conecta como se espera con el público.

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