El efecto Doppler

La presencia de Mauricio Macri en el World Economic Forum, le habría otorgado a Argentina un repunte que debía interpretarse como una señal. Se trataba de los asuntos porvenir en el país del azul celeste y las carnes asadas. La situación se nos&#8230

La presencia de Mauricio Macri en el World Economic Forum, le habría otorgado a Argentina un repunte que debía interpretarse como una señal. Se trataba de los asuntos porvenir en el país del azul celeste y las carnes asadas. La situación se nos presenta única en la medida en que somos contemporáneos de Alan Greenspan, de Charly García y del mismísimo Macri. Pensar entonces que cuando escuché en 1994 a Circo Beat, ese mismo día Alan Greenspan –de delicadísima retórica- ofrecía sus declaraciones ante un misterioso Congreso. Alan Greenspan, una de las mentes más preclaras que jamás escuché en la vida, ese economista que agotó las variables del mundo en límites econométricos. Es entendida esa historia no lejana: los hechos del 2003 dieron al traste con el sistema financiero norteamericano y llegaría una “Era de turbulencia”. Cuando uno mira lo que sucedió en años recientes con los hold outs que condujeron a Cristina Fernández de Kirchner a plantarse en la ONU ante complicados desbarajustes financieros, queda claro que la versión no tenía que ver con el rock pero nunca se sabe.

Hago memoria: cuando supe que Páez venía al país no me quedó otra que comprar el ticket y esperar por una intensa noche de asombrado público. Dejé el libro de Patterson –gafas al suelo- y entendí lo que dijo Arthur Schopenhauer sobre la historia. Noté que el mundo de la música había cambiado y no por la muerte de Caruso. La razón era única: Páez tendría que hablar conmigo de acuerdo a la lúcida prescripción de un mánager. Me enteré que el mundo podía continuar –y la música, esa paraíso de Strauss- aunque Páez no planeara –para nada- un mundo de encuentros testimoniales. Cuando un artista entiende de aperturas comprende eso que, a mediados de siglo XX, atisbaron unos entrenados franceses con la intrigante misión de desentrañar el universo: se dieron, en notoria correspondencia histórica, a la inefable tarea de conocer los límites del rock norteamericano. Ese proceso abriría una fuente antes que todo ocurriera en sombríos barrios bonaerenses. Como en una ecuación de Paul Dirac, que puede ser lúgubre, se parte de la nostalgia de la película para llegar a otra cosa, esa pulsión que conocieron los filósofos. Fito Páez –que ha sido productor, director y novelista- hizo su película con guion de Alan Pauls y actuación de su esposa, Cecilia Roth –de intenso registro histriónico-, una actriz que había dado muestra de una excelente representación del personaje con un color de sorprendentes matices.

Partíamos de la suposición de que Páez, Rodolfo -así se titula su producción del 2007- tendría que ser visto con la conciencia de un destino compartido. Y fue así. La mejor muestra quedaba en esos límites en los que ‘Viernes 3 am’-en cover de Serú Giran y Charly García- se expandía para conocer los límites de una historia del rock más lejana de Luna Park de los ochenta. Sergio Sosa explicó desde Córdoba que lo mejor sería cambiar la canción Mariposa Technicolor por la de Katmandú, algo que me dejó con una pertinente conciencia: algo se manifestaba en la historia del rock latinoamericano, algo parecido a un tirón de ondas gravitacionales. Es extraño –sucede cuando los límites abren nuevas puertas- que mencione lo de las ondas cuando todas las noticias destacan el descubrimiento, por un destacado grupo científico norteamericano y una cordobesa argentina, de las ondas que habían sido supuestas por Albert –hacia 1922- en la oficina de correos. El presidente recién electo, Mauricio Macri llamó a la científica que reside en Estados Unidos y le dijo, entre otras cosas, que si podría hacer esos descubrimientos desde Argentina. Extraigo de la oscuridad esto porque en la canción de Páez se nota una predilección por los “grandes lanzados”, esos artistas que dieron una vuelta de tuerca hacia otros límites. Agujeros negros, podría ser el título de una canción necesaria pero en sentido estricto las ondas gravitacionales no son un tema anodino y por esta razón Macri le dice a Gabriela -es el nombre de la genial cordobesa- que sería bueno que cuando esta vaya a Buenos Aires -como cada año- pase por la casa de gobierno para continuar hablando de estos temas. Gabriela ha contestado de manera afirmativa pero ha invitado al presidente a leer un poco de los temas a tratar en esas reuniones.

Sergio Sosa es de Córdoba como Paul McCartney es de Liverpool y se parece a Al Pacino pero además es un consumado rock and roll addict que puede hablarnos de Fito Páez y de Spinetta ahora todo cronometrado en un nuevo libro (Biblia spinetteana, La música infinita). Sergio es socio editor de Diario Marca, un periódico que cubre el festival de rock más importante de toda Latinoamérica, Cosquín Rock y se anima en un proyecto de nuevos recitales.
Desde la batería

–instrumento de Pour Some Sugar on me- se entiende la llegada de ‘Sobrevolando’, su nueva banda. Cuando me dijo en su programa de radio que me cambiaría la canción de Páez por otra me había enviado un mensaje –entre líneas- que me costó dos días entender sin necesidad de ondas gravitatorias. Al cabo de unos días, me enteré de la vieja prescripción del autor de ‘Circo Beat’, para dar un concierto en favor del kirchnerismo, algo que no estaba mal pero que contradecía algunos pronósticos. La verdad es que no tomaría partido en esa vieja admonición típica de Argentina y su debate interno porque en verdad Macri- a quien vi en el show de la atemporal Susana Jiménez- no me cae mal sino todo lo contrario, lo mismo que una actrices argentinas que no han ido a Mar del Plata –es caro el ticket- y sostienen que Cristina se pagó muchas cirugías plásticas con su plata –la de ellas-, a la par de impedir que los argentinos pudieran comer carne como es normal desde hace más de cien años. La carne sería exportada a otros países y a Argentina le quedaría la soya, y ya se sabe que a los rioplatenses, por decir algo, aunque quieras obligarlos, no son comedores de soya o no la prefieren. Como se sabe, Fito Páez es de Rosario Central, el equipo de fútbol de primera división y en todo momento se comprende que los límites de una canción pueden propender hacia el descubrimiento de nuevas versiones.

La canción de Fito se extrema en consideraciones epocales. El tiempo es esa misión, una ilusión que no vuelve más. Lo único que se puede pedir es que aquí nos ofrezca esos pendientes del azar que están en la frase de T. S. Eliot: “Time present and time past are both perhaps present in time future”. Desde el 2006 hasta aquí, las producciones de Páez han sido ‘Moda y Pueblo’, ‘El Mundo cabe en una canción’, ‘Rodolfo’, ‘Confía’, ‘Canciones para Aliens’ –de la que diré algo- ‘El sacrificio’, ‘Dreaming Rosario’, ‘Yo te amo’, ‘Rock and Roll’, ‘Revolución’, ‘Locura Total’. Quería destacar el hecho de que una de las relaciones de Páez, Fabiana Cantilo había dado recientemente un recital en el teatro Opera, donde invitó a Charly García, adonde fue Charly, pero lo esencial de esto es decirlo claro: un grupo de periodistas y alguna que otra incómoda celebridad habían declarado el mal estado de la salud del autor de ‘Ojos de Videotape’, a la par de entender que el mundo tenía que ser cuadrado para ellos. Lo mismo ocurrió cuando se intentó censurar a ciertos artistas del rock con las declaraciones más incómodas aun de un funcionario importante que declaró a la prensa bonaerense que el rock induce al suicidio, y a las drogas, a lo que Charly contestó con una carta memorable que incluyó el recordatorio de su composición de la canción ’Los Dinosaurios’ en plena dictadura.

‘Canciones para Aliens’ había contado con la participación de Fabiana Cantilo, compañera de Páez durante un tiempo. La exclamación de los días pasados no cuentan con un entramado en el que el diseño de la realidad te deforme los esquemas. A la par de no entender cómo se originan las mejores canciones (una noche una de las parejas de Fito desapareció de la casa y en su desesperación compuso tres temas clásicos), lo cierto es que el mundo está compuesto de una serie de propuestas que no sabes adónde te irán a llevar como es el caso del cantante rosarino en su visión cinematográfica de aciertos en las películas ‘Vidas Privadas’ y ‘De quién es el portaligas’.

En algún momento me di cuenta de esa expresión de Sergio cuando se dio a la tarea de cambiarme el tema por el de ‘Trafico por Katmandú’, que sale en el disco ‘Circo Beat’. Viéndolo bien, la decisión de Sergio fue genial, una especie de lectura que ahora nos ofrece también con el proyecto de la Biblia spinetteana, donde se reúne todo lo producido por Spinetta, un genio de incomparables dimensiones. La edición del disco más celebrado por la crítica de Fito fue masterizado por Tim Money con producción de Phil Manzanero, Circo Beat, que contiene la piezas excelsas de ‘Parte del Aire’ y ‘Si Disney despertase’, de una maravillosa misión estelar -para deconstracturarnos un poco- a lo que se le agregan los bonos de Caetano Veloso y Herbert Vianna, un concierto pocas veces repetido, un disco grabado -de manera maestra- en Londres, Italia y Buenos Aires.

En la canción de Páez se habla de Woddy y del naufragio del Poseidón que, según Paul Gallico, ocurre en año nuevo. La mención se reproduce en el minuto treinta y siete de la canción de 1994. En relevancia acústica, se hace mención del director Stanley Kubrick y se dice que fue monumental. Gallico también ha escrito ‘El hombre que odiaba a la gente’ que fue llevado al cine como ‘Lili’ en un remake del libro que salió en 1953.

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