Guacanagarix

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Cuenta la historia, o más bien los historiadores, que cuando el Almirante Cristóbal Colón tocó La Hispaniola, por el norte, el cacique Guacanagarix, impresionado y obsequioso, se hizo su pana-full (como se diría hoy) convirtiéndose en su alicate. De ahí, que se hable del denominado “Complejo de Guacanagarix” para calificar la subordinación y el entreguismo, no la hospitalidad, que muchos exhiben para con los extranjeros que pisan el territorio nacional, como ha quedado en evidencia en el ejercicio político reciente y presente, donde casi todos nuestros líderes confían sus posibilidades y futuro a los denominados asesores y/o consultores extranjeros de campaña, algunos de los cuales, no todos –en justicia hay que decirlo- desconocen la realidad local y como consejeros no podrían llevarles un folder –no el maletín- a sus pares del patio, amen de que los honorarios requeridos no solamente son astronómicamente mayores y diferentes, sino que hay exigencias marginales y/o colaterales que asustan a cualquiera, por su excentricidad, desproporción y hasta falta de lógica. Otra vertiente es la que presenta la búsqueda de asesores en proyección, es decir, contratar (talvez más con fines mediáticos que reales) a consejero(s) en materias específicas, seguridad ciudadana por ejemplo, pagando honorarios estratosféricos, pero que (y que nadie se ría pero es cierto) ejercerían tal(es) asesoría(s) solo en la eventualidad de una victoria en las urnas que está en veremos. ¡Ah!, y otra cosita: Los “éxitos” de esos tan celebrados asesores se han producido en circunstancias y realidades muy alejadas y diferentes de las nuestras, y han sido tales porque estos asesores, a su vez, contrataron especialistas de verdad. Lo que, en buen dominicano, querría decir que se estarían vanagloriando y beneficiando de lo que otros hicieron. Pero, repito, como Guacanagarix sigue tan presente entre nosotros… ¡fiesta y mañana gallo! Después que el palo está da’o ni Dios lo quita, dice el pueblo, con su habitual e innata sabiduría…

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