Hospitales dominicanos son vulnerables a terremotos

Recientemente, el Ministerio de Salud Pública presentó el libro titulado “Hospitales seguros, sistematización de experiencias en la República Dominicana” donde se expresa textualmente que una evaluación estructural realizada a 44 hospitales&#8230

Recientemente, el Ministerio de Salud Pública presentó el libro titulado “Hospitales seguros, sistematización de experiencias en la República Dominicana” donde se expresa textualmente que una evaluación estructural realizada a 44 hospitales públicos, incluidos algunos de reciente construcción, demostró que el 62% de ellos presenta graves debilidades estructurales que los ponen en categoría C, con alto riesgo de colapsar ante las fuerzas generadas por un fenómeno natural como un fuerte terremoto, y que el restante 38% cae en la categoría B que amerita urgentes reforzamientos.

En el libro de referencia, publicado por la Dirección Nacional de Emergencias y Desastres, del Ministerio de Salud Pública, y por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se dice que en la actualidad el país no cuenta con un solo centro de salud, público o descentralizado, que pueda ser colocado en la categoría A, es decir, que ninguno tiene entre un 66% y un 100% de buena respuesta sísmica, lo que equivale a decir que ninguno de los hospitales evaluados presenta una estructura lo suficientemente fuerte como para resistir un terremoto de gran magnitud.

Y aunque la dimensión de esa noticia era para que todo el gobierno, todos los médicos, todos los enfermos y todos los dominicanos y extranjeros residentes en nuestro país, se estremecieran, sobre todo luego de haber vivido tan de cerca la gran tragedia sísmica del 12 de enero del año 2010 en Haití, donde murieron 316,000 personas, la realidad es que nada pasó, porque aquí a nadie le importa nada en materia de sismicidad, y luce que esa grave advertencia ha sido tomada como cualquier noticia rutinaria de la farándula política dominicana, lo que empeora las cosas.

En un país de comprobado altísimo riesgo sísmico, donde hemos tenido terremotos de magnitud hasta 8.1, como el del 4 de agosto de 1946, el cual generó un maremoto que destruyó a Matanzas, al este de Nagua; donde grandes ciudades, como Santiago y La Vega, fueron totalmente destruidas por los efectos directos de pasados terremotos, y donde millones de personas hoy viven sobre suelos arcillosos y arenosos de pésimas respuestas sísmicas locales, como los suelos del valle del Cibao, los suelos del bajo Yuna, los suelos del norte y del oeste de la ciudad de Santo Domingo, los suelos de la Línea Noroeste, los suelos del valle de San Juan, etc, lo correcto es que todos los hospitales sean estructuras sismo resistentes, de forma tal que el día que llegue el próximo terremoto cada hospital pueda recibir a todos los heridos para salvarles la vida.

Lamentablemente, en nuestro país el tema de la vulnerabilidad sísmica de nuestras estructuras hospitalarias, educativas, residenciales y viales, sigue siendo un tema del cual las autoridades gubernamentales no quieren hablar porque supuestamente ese tema asusta a la gente y asusta a los turistas, además de que algunos funcionarios y algunos ciudadanos consideran que quienes hablamos de los riesgos sísmicos somos unos “asustadores”; pero basta con cualquier temblor de tierra menor para que usted vea a todo el mundo corriendo despavorido, incluyendo las autoridades de socorro, sin saber dónde colocarse y sin saber qué hacer, y todo porque desde la antigüedad la gente asocia a los terremotos con grandes destrucciones que provocan miles de muertes, y a nadie le agrada que le hablen de fenómenos capaces de producir miles de muertes.

Si durante el próximo terremoto que sufra nuestra isla, el cual podría ocurrir en cualquier momento, se caen nuestros hospitales, y se multiplican las muertes por falta de atención médica oportuna, nadie podrá decir que no fuimos advertidos a tiempo. l

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