Después de que cientos de dominicanos y extranjeros fueron víctimas de asaltos en la ruta de Las Américas, autoridades nacionales anuncian algunas medidas.
La iniciativa ocurre sólo después que el embajador de Estados Unidos, Raúl Yzaguirre, se quejó de que sus conciudadanos también habían sufrido esa clase de ataques.
Es evidente que la respuesta de las autoridades estuvo dirigida a aplacar la queja norteamericana, que contenía la advertencia sobre la posibilidad de emitir un alerta para que los norteamericanos se abstengan de visitar República Dominicana ante la creciente inseguridad. Precisamente ayer, el departamento de Estado emitió un alerta sobre los riesgos de visitar Haití.
La respuesta de las autoridades tiene debilidades. Anuncian la creación de una unidad especial para enfrentar a los asaltantes en la ruta hacia y desde el aeropuerto Las Américas. Al mismo tiempo, sugieren que entre los asaltantes hay uniformados, es decir, efectivos de algunas de las instituciones armadas. Asimismo, tampoco descartan que entre los bandidos haya algún personal que labora en el aeropuerto Las Américas.
Si el propósito es atender la queja de Estados Unidos, la creación de la “unidad especial” contra el delito en Las Américas tiene sentido, toda vez que cumple una función política. Pero si de verdad se trata de una acción anticrimen, el anuncio es risible.
Muchas de las víctimas que regresan del exterior son atacadas en la proximidad de su destino final, o en su misma residencia. No hay manera de “enfrentar” a esos asaltantes que además, por propia confesión de las autoridades, tienen vínculos en la misma terminal, donde funcionarios registran la llegada, chequean la dirección o destino final de los viajeros, y ya en Aduanas se percatan del contenido de los equipajes.
El problema no se resuelve con la creación de esa unidad, de “asistencia” en un tramo de una larga ruta que es República Dominicana. La cuestión radica en la falta de seguridad en toda la geografía nacional, que ha desbordado a las autoridades, con el agravante que no hay respuesta. El discurso de la “percepción de inseguridad” se ha acabado.
