Justo que todos tuvieran para con nosotros las mismas buenas intenciones que nosotros tenemos. ¿Pero somos siempre bien intencionados en realidad? Al sentirnos heridos cuando se nos traiciona o defrauda, nunca pensamos si de alguna manera nos buscamos ese inesperado trato, por también abrigar segundas intenciones hacia quien nos retribuyó mal. Se verifica con frecuencia en el campo amoroso. Por ejemplo, las mujeres nos quejamos de hombres que “no salen buenos”, pero tampoco nuestras intenciones hacia ellos eran honestas. Cuanto queríamos era aprovecharnos, quizá para llenar caprichos. Si no tenemos intenciones sinceras con los demás, no podemos quejarnos de no recibirlas. Aun ocultas, ciertas energías no dejan de ser recíprocas.

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