John Irving

John Irving tiene un talento especial para describir en sus obras situaciones, momentos, paisajes, experiencias de una manera tan gráfica como…

John Irving tiene un talento especial para describir en sus obras situaciones, momentos, paisajes, experiencias de una manera tan gráfica como si estuviéramos viendo lo que narra. No fue casual que mi primer encuentro con este reconocido escritor norteamericano se diera a través del cine, en 1999, con Las reglas de la casa de la cidra (The Cider House Rules), sin duda una de las películas más penetrantes del director Lasse Hallström.

Con Las reglas de la casa de la cidra Irving ganó el Oscar (Mejor guión adaptado) y yo gané un escritor al cual seguir. Con John aprendí a buscar con sus novelas al padre perdido (él, al que había dejado atrás, yo al que me quitó la muerte). Es un tema recurrente en sus historias. Sus personajes están en busca de algo. En Hasta que te encuentre, para muchos su obra más desafiante por su extensión (tiene 1,024 páginas), Jack Burns viaja con su madre Alice tratando de encontrar al padre que un día le dejó.

Diciembre me trae a cuento cosas que han quedado en el pasado, en ese pasado nostálgico que religiosamente hacen acto de presencia para las pascuas. Otros recuerdos son más placenteros, porque para esta época también me he encontrado –en la mayoría de los casos– con las interesantísimas historias propias del imaginario de uno de mis autores predilectos.

Un día de diciembre cualquiera cayó en mis manos The Cider House Rules y El hotel New Hampshire, dos de sus novelas más celebradas.. He celebrado, igualmente, estos tormentosos relatos que van hilvanando laberintos misteriosos, donde se entrecruzan sus pintorescos personajes, sus increíbles acciones (en El hotel New Hampshire el protagonista John Berry sostiene relaciones sexuales con su hermana Frannie, interpretada por Jodie Foster en la película homónima).

Irving es provocador, pero en esa misma medida es fascinante. Para estos días, salgo desesperadamente por las librerías en busca –no del padre perdido– sino del libro suyo que espero encontrar. Ya lo decía hace poco el turco Orhan Pamuk en una entrevista con la revista Ñ del diario argentino Clarín, “la lectura es una cosa muy activa que hace la imaginación”. Hoy quisiera imaginar que tengo aquí al lado lo que más extraño cada Navidad.

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