“Un artista nunca debe cansarse de estar alerta, de subvertir las convenciones”

Varios factores indicen en la vida artística de nuestra entrevistada. Primero el ambiente familiar en el que creció, rodeada de libros y varios escritores en la familia. Su bisabuelo, Federico Henríquez y Carvajal, tenía una biblioteca de unos…

“Un artista nunca debe cansarse de estar alerta, de subvertir las convenciones”

Varios factores inciden en la vida artística de nuestra entrevistada. Primero, el ambiente familiar en el que creció, rodeada de libros y varios escritores en la familia; su bisabuelo, Federico Henríquez y Carvajal, tenía una biblioteca de unos diez&#

Varios factores indicen en la vida artística de nuestra entrevistada. Primero el ambiente familiar en el que creció, rodeada de libros y varios escritores en la familia. Su bisabuelo, Federico Henríquez y Carvajal, tenía una biblioteca de unos diez mil libros que su abuelo cuidó por muchos años y luego su padre. Segundo, su amistad con Porfirio Herrera, Raúl Recio, Tanya Valette, Jaime Gómez y Luis (El Terror) Días. «Corrían los años 80 y yo con 17 años en el medio de aquella locura. Las exposiciones en Art Nouveau, las juntas con Marta Rivera, los talleres de grabado con Micky Vicioso, las visitas de estudio a José Cestero… Era una época centrífuga, con la desmesura necesaria para dejarme claro que solo desde la creación era posible lo que yo quería», recuerda Quisqueya, con quien conversamos a propósito de su más reciente exposición, «Maleza, múltiples cuerpos de trabajo», inaugurada el pasado jueves en colaboración con Lucy García Contemporary Art y el Centro Cultural de España.

¿Qué temas te preocupan en la actualidad? La falta de rigor en las instituciones de arte locales; la política cultural mediocre que arrastramos desde siempre; la falta de compromiso del Estado dominicano con los artistas; la falta de visión del sector privado nacional hacia el arte y la cultura; la deficiencia en los estamentos del arte; la ausencia de espacios alternativos y de programas que apoyen la carrera de artistas emergentes y la falta de interlocutores. Me preocupa que mientras más países reconocen la importancia de la cultura en el desarrollo social y económico –miremos el caso de Colombia-, nosotros le damos cada vez más la espalda. 

¿Cuáles técnicas gozan de tu interés, y por qué? Me gustan más las ideas que las técnicas, es como el lenguaje, quizás no me entusiasma mucho hablar, pero lo necesito para comunicarme más eficientemente. El gozo está en el proceso de encontrar el medio ideal para la ideas. No me interesa dominar una técnica, ni el virtuosismo, ni ser un referente artístico en ese eslabón del proceso de creación. Me interesa la reflexión en el campo de las ideas, llegar a un punto crítico donde el espectador no desvíe la mirada hacia el cómo lo hago, si no que vaya directo y sin distracción a lo que quiero decir. 

¿Qué buscas como artista? Creo que no busco nada, es la manera que aprendí a decir las cosas. El arte es un lenguaje de lenguajes en el que los recursos de comunicación son ilimitados. Una obra de arte puede ser un mapa, una encuesta, la nulidad de un documento, una pintura que corre por un contén, cualquier cosa. Una vez entiendes eso, ya no se trata de buscar, si no de tener muy claro qué tipo de artista quieres ser. 

Mi primera venta… «No recuerdo muy bien, creo que se llamaba «Arte erótico». Porfirio Herrera la incluyó en la galería Art Nouveau; una mancha abstracta que hacía una referencia muy sutil a mi pubis».

Actualmente presentas tu más reciente exposición, ¿de qué trata, sobre qué va tu discurso? Así es, tiene lugar en el Centro Cultural de España y en una de las Casas del Siglo XVI (en la calle Arzobispo Nouel No. 3), y reúne varios cuerpos de trabajo en los que he venido trabajando por casi una década. Se titula “Maleza, múltiples cuerpos de trabajo”. El término “maleza” alude a la característica de los distintos proyectos que conforman la muestra, haciendo referencia a las plantas que crecen juntas, cohabitan y se entremezclan en espacios naturales. Probablemente es la exposición más extensa de toda mi carrera; tiene vídeo, instalaciones, escultura, collage y performance.

¿Cómo entiendes que ha evolucionado tu obra? La palabra evolución no encaja en la ecuación del arte, porque si lo vemos bajo ese esquema implicaría que el presente es mejor. Me siento más cómoda con la palabra formación, que ha sido los cambios, las incertidumbres, los viajes, cortos y largos, el trabajo, la producción de obras, los amigos.

¿En RD se puede vivir del arte? No es tan imposible como en años anteriores, yo me preguntaría si es posible vivir del arte contemporáneo. Todavía mucha gente arrastra la costumbre de comprar una obra de arte para decorar, pero esta situación se da cada vez menos. En RD hay varios coleccionistas serios que siguen nuestro trabajo, que nos apoyan, que compran cuando sienten pasión por la obra, cuando la entienden. Ha sido interesante ser testigo de ese ligero cambio, de ver cómo van al estudio y disfrutan de los procesos de creación, que ya no se conforman con adquirir una pieza, también quieren descubrir cómo y por qué la hacemos. 

Formación… «Estudié en el Instituto Superior de Arte de Cuba; una experiencia comparable a nada. Sin dudas la mejor universidad de arte de Latinoamérica, en aquel entonces». 

¿Cómo evalúas nuestra escena de arte local, aspectos positivos y a mejorar Estamos muy divididos y en ese sentido es una escena fracasada. Lo que ha pasado en las dos últimas ediciones de la Bienal Nacional es una señal de que la naturaleza de los conflictos es muy destructiva, cuando en realidad las controversias deberían llevarnos a lograr que el desarrollo artístico local tenga más peso colectivo. La división crea mucha debilidad. No creo en un pensamiento homogéneo, pero hubiésemos logrado muchas cosas si el fantasma de la mediocridad no fuera tan insistente y fastidioso.

«De mano con la Bienal» es un fenómeno que logró aglutinar las convicciones de un grupo de artistas frente a la postura ignorante de algunos miembros del comité organizador, responsables de los cambios reaccionarios en las bases de la XXVIII Bienal Nacional. Pero nos unimos por un interés circunstancial, el resto del tiempo la escena es muy fragmentada.

Tenemos un solo museo, el Museo de Arte Moderno, una institución obsoleta, que desde hace mucho tiempo no genera ideas, que nunca ha creado una verdadera conexión con el público, que casi nadie visita. Es un verdadero mausoleo, de donde se deriva la propia palabra museo. En estos días estoy leyendo The Art Power (El poder del arte) de Boris Groys y él dice que los museos contemporáneos han logrado superar esa relación con la muerte que los une etimológicamente, pero en nuestro caso no hemos tenido esa suerte, para mi es una institución que agoniza.

Creo que necesitamos construir un museo de arte contemporáneo que no cuestione lo que es arte y lo que no es según criterios pre-modernos, que no emplee burócratas, que no le diga a los artistas qué pueden o no pueden hacer, al contrario, que albergue sin prejuicios las propuestas por muy arriesgadas que sean. Una institución que se arriesgue junto a nosotros, que ponga en evidencia lo que somos como sociedad, su riqueza, su complejidad, sus contradicciones, no que quiera correr un tupido velo o presentar una realidad manipulada.  El arte dominicano emergente ya no se puede exponer en el MAM porque lo han contaminado con una visión corta y rancia. Urge una nueva institución.

Si analizamos un programa como Davidoff Art Initiative, que ya ha llevado a más de 7 artistas dominicanos a programas de Artistas en Residencia en Beijing, Berlín y Nueva York, la pregunta que sigue es ¿qué pasa cuando esos artistas regresan a República Dominicana? ¿Con qué cuentan? ¿Dónde pueden exponer las obras que hacen durante ese periodo en el extranjero? ¿Existe una correspondencia por parte del Estado dominicano comparable a lo que hace esta iniciativa corporativa?

Lo más positivo que tiene nuestra escena artística es la capacidad de autogestión que tienen los artistas, si no fuera por eso, tendríamos menos visibilidad de la que tenemos actualmente. 

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Varios factores inciden en la vida artística de nuestra entrevistada. Primero, el ambiente familiar en el que creció, rodeada de libros y varios escritores en la familia; su bisabuelo, Federico Henríquez y Carvajal, tenía una biblioteca de unos diez mil libros que su abuelo cuidó por muchos años y luego su padre. Segundo, su amistad con Porfirio Herrera, Raúl Recio, Tanya Valette, Jaime Gómez y Luis (El Terror) Días. “Corrían los años 80 y yo con 17 años en el medio de aquella locura. Las exposiciones en Art Nouveau, las juntas con Marta Rivera, los talleres de grabado con Micky Vicioso, las visitas de estudio a José Cestero… Era una época centrífuga, con la desmesura necesaria para dejarme claro que sólo desde la creación era posible lo que yo quería”, recuerda Quisqueya, con quien conversamos a propósito de su más reciente exposición, “Maleza, múltiples cuerpos de trabajo”, inaugurada el pasado jueves, paralelamente, en el Centro Cultural de España y Casas del XVI, en colaboración con Lucy García Contemporary Art. 

¿Qué temas te preocupan en la actualidad?
La falta de rigor en las instituciones de arte locales, la política cultural mediocre que arrastramos desde siempre, la falta de compromiso del Estado dominicano con los artistas, la falta de visión del sector privado nacional hacia el arte y la cultura, la deficiencia en los estamentos del arte, la ausencia de espacios alternativos y de programas que apoyen la carrera de artistas emergentes y la falta de interlocutores. Me preocupa, que mientras más países reconocen la importancia de la cultura en el desarrollo social y económico –miremos el caso de Colombia-, nosotros le damos cada vez más la espalda.

¿Cuáles técnicas gozan de tu interés, y por qué?
Me gustan más las ideas que las técnicas, es como el lenguaje, quizás no me entusiasma mucho hablar, pero lo necesito para comunicarme más eficientemente. El gozo está en el proceso de encontrar el medio ideal para las ideas. No me interesa dominar una técnica, ni el virtuosismo, ni ser un referente artístico en ese eslabón del proceso de creación. Me interesa la reflexión en el campo de las ideas, llegar a un punto crítico donde el espectador no desvíe la mirada hacia el cómo lo hago, sino que vaya directo y sin distracción a lo que quiero decir.

¿Qué buscas como artista?
Creo que no busco nada, es la manera que aprendí a decir las cosas. El arte es un lenguaje de lenguajes en el que los recursos de comunicación son ilimitados. Una obra de arte puede ser un mapa, una encuesta, la nulidad de un documento, una pintura que corre por un contén, cualquier cosa. Una vez entiendes eso, ya no se trata de buscar, sino de tener muy claro qué tipo de artista quieres ser.

Trabajas en tu próxima exposición, ¿de qué trata, sobre qué va tu discurso en esta oportunidad?
La exposición, que tiene lugar en el Centro Cultural de España y en una de las Casas del Siglo XVI (en la calle Arzobispo Nouel No. 3), reúne varios cuerpos de producción en los que he venido trabajando por casi una década. Se titula “Maleza, múltiples cuerpos de trabajo”. El término “maleza” alude a la característica de los distintos proyectos que conforman la muestra, haciendo referencia a las plantas que crecen juntas, cohabitan y se entremezclan en espacios naturales. Probablemente es la exposición más extensa de toda mi carrera; tiene vídeo, instalaciones, escultura, collage y performance.

¿Cómo entiendes que ha evolucionado tu obra?
La palabra evolución no encaja en la ecuación del arte, porque si lo vemos bajo ese esquema implicaría que el presente es mejor. Me siento más cómoda con la palabra formación, que ha sido los cambios, las incertidumbres, los viajes, cortos y largos, el trabajo, la producción de obras, los amigos.

¿En RD se puede vivir del arte?
No es tan imposible como en años anteriores. Yo me preguntaría si es posible vivir del arte contemporáneo. Todavía mucha gente arrastra la costumbre de comprar una obra de arte para decorar, pero esta situación se da cada vez menos. En RD hay varios coleccionistas serios que siguen nuestro trabajo, que nos apoyan, que compran cuando sienten pasión por la obra, cuando la entienden. Ha sido interesante ser testigo de ese ligero cambio, de ver cómo van al estudio y disfrutan de los procesos de creación, que ya no se conforman con adquirir una pieza, también quieren descubrir cómo y por qué la hacemos. Esto es un gran avance.

Mi primera venta
Creo que se llamaba “Arte erótico”. Porfirio Herrera la incluyó en la galería Art Nouveau; una mancha abstracta que hacía una referencia muy sutil a mi pubis”

Formación
Estudié en el Instituto Superior de Arte de Cuba; una experiencia comparable a nada. Sin dudas la mejor universidad de arte de Latinoamérica, en aquel entonces”.

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