Lenin y la corrupción de la moneda

En Las Consecuencias Económicas de la Paz, Keynes atribuyó al líder bolchevique ruso Vladimir Lenin, probablemente de manera apócrifa, haber dicho que “la mejor manera de destruir el sistema capitalista es corrompiendo la moneda”.

En Las Consecuencias Económicas de la Paz, Keynes atribuyó al líder bolchevique ruso Vladimir Lenin, probablemente de manera apócrifa, haber dicho que “la mejor manera de destruir el sistema capitalista es corrompiendo la moneda”. Muchos piensan que la corrupción de una moneda adopta únicamente el formato de la hiperdevaluación que acompaña a los procesos inflacionarios galopantes donde el Banco Central emite dinero sin parar para financiar el déficit fiscal. Hay otros formatos de corrupción monetaria que llevan necesariamente al colapso de los sistemas económicos. Uno de los más favorecidos por gobiernos comunistas, socialistas y populistas son los sistemas de tasas de cambio múltiples con diferencias sustanciales en las tasas prevalecientes en los diferentes mercados cambiarios.

En el caso de Cuba, por ejemplo, existe un sistema de tasas de cambio múltiples. Existe un mercado oficial para todas las transacciones de las empresas y organizaciones estatales donde la tasa de cambio es de un peso (peso convertible o CUC) por US$1.00. Existe un mercado extraoficial, manejado por las casas de cambio (CADECA), en el cual la población y los turistas canjean los dólares a la tasa de 25.00 pesos cubanos (CUP). Como se puede advertir, existe una diferencia de 2,400% entre la tasa de cambio en el mercado oficial y el extraoficial. Esta distorsión cambiaria implica en la práctica un subsidio exorbitante para los que adquieren dólares en el mercado oficial a la tasa de 1.00 CUC = US$1.00 y un impuesto confiscatorio para los que tienen que venderlos en ese mercado. Existen otras tasas de cambio que aplican a diversas transacciones. Los hoteles y restaurantes estatales cuando transan con las cooperativas agrícolas lo hacen a la tasa de 10.00 CUP = US$1.00. Para empresas estatales seleccionadas aplica esta misma tasa cuando compran y venden en el Banco Central. Para la agroindustria cañera parece operar un variado menú de tasas: 12.00 CUP = US$1.00 para el registro de los ingresos de exportación, 7.00 CUP = US$1.00 para el registro de las importaciones y 4.00 CUP = US$1.00 para las importaciones de petróleo de Venezuela.

En el marco de las reformas económicas que Cuba debería ejecutar en los próximos años para acercarse gradualmente a un sistema de economía social de mercado con el objetivo de atraer capitales que permitan a sus calificados recursos humanos elevar la productividad y competitividad de la economía cubana, la reforma monetaria debe ser una de las más importantes. La unificación cambiaria-adopción de un sistema de tasa única de cambio que requerirá la devaluación (súbita o gradual por etapas) del peso cubano convertible-, debería ser la meta a alcanzar. La forma menos traumática de ejecutar este proceso sería a través de la adopción transitoria de un sistema con dos mercados cambiarios pero con la misma tasa, en la cual se establecería un recargo cambiario (impuesto) a los que vendan sus dólares en el mercado oficial (peso convertible) y un subsidio cambiario a los que estén autorizados a comprar a dólares en el mercado oficial. El recargo y el subsidio deberían reducirse gradualmente, preferiblemente en un período de 3 a 5 años, a fin de que el Gobierno de Cuba pueda ir construyendo un eficiente y sencillo sistema impositivo que garantice una recaudación adecuada mientras estimula la inversión privada en todos los sectores que el Estado cubano esté dispuesto a permitirla. El peso convertible desaparecería al final de la reforma, dejando al peso cubano como la única moneda nacional.

En Venezuela, el sistema es igual de complicado y distorsionado. Existe una tasa de cambio de 6.30 bolívares por dólar en el mercado oficial (medicinas, alimentos, manutención estudiantes en el exterior); otra de 12.00 bolívares por dólar en el SICAD I (Sistema Complementario de Administración de Divisas) para ciertas áreas estratégicas de la economía, para cupos de viajeros y cupos electrónicos para proveedores extranjeros, vendidos -a través de subastas- por el Banco Central de Venezuela (BCV); y otra de 51.01 bolívares por dólar en el SICAD II (Sistema Cambiario Alternativo de Divisas) que resulta de subastas mediante la oferta y demanda de dólares a través de los bancos bajo la dirección del BCV. También existe la tasa libre del mercado paralelo y que el pasado 3 de enero era de 176.20 bolívares por dólar.

En los últimos años Venezuela ha sufrido de un fuerte desabastecimiento de un conjunto de bienes de la canasta familiar y crecientes dificultades para el acceso a las divisas extranjeras. El BCV ha perdido US$7,830 millones de sus reservas en los últimos dos años, pérdida que se acelerará en el 2015 al derrumbarse los precios del petróleo, su principal producto de exportación.

Al igual que Cuba, Venezuela tendrá más temprano que tarde que desmontar su sistema cambiario y moverse a un sistema de tasa de cambio única, con flotación manejada. Se requerirán fuertes devaluaciones sucesivas de la moneda, acompañadas de una política monetaria restrictiva posibilitada por un agresivo ajuste fiscal. Una vez las finanzas públicas se hayan fortalecido de manera permanentemente, a Venezuela le convendría un tipo de cambio flexible que permita estimular el crecimiento de las exportaciones de bienes no petroleros y servicios.

En Argentina hay un mercado oficial con una tasa de 4.84 pesos argentinos por dólar. Al Banco Central imponer en el 2011 restricciones para la compra de moneda extranjera en ese mercado, surgió un mercado negro, paralelo o “blue”, como se le llama eufemísticamente, donde el dólar se transa actualmente a 9.07 pesos argentinos. Al igual que en Cuba y Venezuela, una fuerte devaluación sería el paso previo para la unificación cambiaria en Argentina. Si las cuentas fiscales no se fortalecen, el poco acceso de Argentina al mercado global de capitales daría lugar a devaluaciones sucesivas.

La magnitud de las devaluaciones que se requerirán en Cuba, Venezuela y Argentina en el marco de las reformas monetarias que tarde o temprano deberán acometer, generarían costos sociales y políticos considerables. En el caso de Cuba, se tiene la ventaja de un gobierno fuerte, con control absoluto, y la ausencia de partidos políticos que quieran tratar de obtener rentas políticas derivadas del ajuste macroeconómico requerido. Ojalá que el liderazgo político norteamericano tenga la sensatez necesaria para aceptar que al tránsito gradual de Cuba a un sistema de economía social de mercado le favorecería contar con el respaldo de un gobierno capaz de controlar las diversas presiones sociales que surgirán en la medida en que la economía cubana comience a depender más de un sistema de precios libres y transparentes, capaz de llevar a los agentes económicos, incluyendo al Estado cubano, las informaciones y señales que estos necesitan para tomar decisiones de consumo, ahorro e inversión. Así como a la República Popular China y a la República Socialista de Vietnam, caracterizadas ambas por sistemas políticos de partido único, este tipo de sistema le ha favorecido para la ejecución de sus reformas económicas, a Cuba le favorecería ejecutar las suyas bajo un sistema político similar. Sería una insensatez política exigir a Cuba una secuencia de reformas a la inversa de la adoptada por China y Vietnam.

Algo similar podría decirse en el caso de Venezuela. A la oposición política de Venezuela le favorecería muchísimo que los políticamente costosos ajustes fiscales, monetarios y cambiarios que se requieren en ese país para reorientar la economía, las ejecute el Gobierno del Partido Socialista Unido de Venezuela. Así como a la oposición política chilena que luego llegaría al Poder bajo la sombrilla de la Concertación, le convino que la dictadura militar ejecutase las dolorosas reformas económicas necesarias para eliminar las distorsiones heredadas del gobierno socialista de Allende y las creadas por los propios militares durante sus primeros años de gobierno, a los jóvenes opositores venezolanos les favorecería mucho que sea el Gobierno del presidente Maduro el que asuma la responsabilidad de desmantelar el archipiélago de distorsiones cambiarias existente en Venezuela. No parece sensato arrebatarle la antorcha a Maduro para luego quemarse de arriba abajo con el fuego de una serie de costosos y muy dolorosos ajustes fiscales, monetarios y cambiarios. La ambición política no debería nunca anteponerse a la sensatez política. Lo políticamente sensato es apoyar a Maduro y su equipo para que ejecuten el impostergable ajuste y saneamiento económico.

Estoy convencido de que Lenin nunca hizo la afirmación que Keynes le atribuyó sobre la mejor forma de destruir el sistema capitalista. Lenin era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta que cuando se corrompe la moneda de manera permanente, todo sistema económico, sin importar si es capitalista, comunista, socialista o populista, tiende al colapso. Lo lamentable es que muchos de sus admiradores que se encuentran gobernando hoy día en algunas geografías de nuestra región, no hayan extrapolado una afirmación que Lenin pudo también haber apócrifamente atribuido a Keynes: “la mejor manera de destruir el sistema comunista o socialista es corrompiendo la moneda”. Los chinos y los vietnamitas han sido los mas sensatos. El dólar en China y en Vietnam tiene un solo precio, 6.16 yuanes chinos y 21.40 dong vietnamitas, respectivamente. La primera tiene casi 4 trillones de dólares de reservas y la segunda US$26,000 millones, seis veces más que las nuestras. Hace tiempo entendieron que la moneda solo puede tener un precio. Otros se pusieron a inventar y han producido unos Frankenstein cambiarios que están destruyendo sus economías.

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