Mano a mano

N uestras autoridades, conjuntamente con toda la sociedad, se encuentran altamente preocupadas por todos los eventos que a diario nos sorprenden dentro de nuestro medio. Ampliar la mirada y dar un vistazo al mundo nos muestra que estos acontecimientos&#82

N uestras autoridades, conjuntamente con toda la sociedad, se encuentran altamente preocupadas por todos los eventos que a diario nos sorprenden dentro de nuestro medio. Ampliar la mirada y dar un vistazo al mundo nos muestra que estos acontecimientos negativos también están ocurriendo en otros países.

Estamos atravesando una gran crisis moral, económica, de valores, donde la mayoría de los individuos, no saben qué hacer. Los hechos de violencia callejera e intrafamiliar son motivo de estudio para todos.

Hemos insistido desde hace tiempo, a través de este medio, sobre la necesidad de retomar nuestros valores, rescatar las familias y, sobretodo, la importancia de éstas para el buen funcionamiento de una sociedad. La frase “familias sanas aseguran sociedades sanas” también la hemos resaltado en más de una ocasión, ya que es indiscutible que el deterioro o daño de éstas repercute totalmente sobre las otras.

En cuanto a la violencia intrafamiliar, especialmente la de género, a pesar de que las estadísticas señalan que a  inicio de este año han disminuido, cuando nos encontramos, como el día de ayer, en la portada de este mismo diario, con el rostro de una joven madre de siete niños, mantenida en rapto por su esposo, con todo tipo de maltrato psicológico, al punto de que a los pequeños no los tenía ni en la escuela, nos lleva a reflexión.

Es necesario educar a la sociedad para que la mujer entienda que ella no es un objeto en una relación de pareja, sino una compañera, merecedora de respeto y consideración, y sobre  todo, a no pasar por alto desde el principio del establecimiento de un hogar los primeros asomos de violencia verbal o física, con lo que se evitan daños mayores como el ejemplo citado.

El origen de la gran mayoría de los problemas sociales que nos afectan en estos momentos, es precisamente por los conflictos familiares y la distorsión de la familia, razón por la cual insisto es donde tenemos que trabajar. 

Medios de comunicación, iglesias, escuelas, clubes sociales, juntas de vecinos y las familias deben colocar su grano de arena para que podamos eliminar todo este flagelo que nos rodea. Apoyemos a nuestras autoridades, no son las responsables. Es, más bien, responsabilidad de todos. l

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