En materia de salud la tendencia mundial es a diseñar políticas públicas dirigidas hacia la prevención, sin que necesariamente se descuide la parte curativa.Pero los entendidos y estudiosos de la materia insisten en priorizar la parte preventiva, en anticipar medidas para evitar las enfermedades. Es como aplicar el viejo refrán de aplicación general que reza que más vale precaver que tener que remediar.
Y en medidas de prevención de enfermedades, una de las más conocidas y posiblemente eficientes es la vacunación contra determinadas dolencias o afecciones, casi siempre contra las dolencias que adquieren carácter de pandemias.
Tradicionalmente se han llevado a cabo en el país campañas masivas de vacunación preventiva contra la poliomielitis, el tétano, sarampión y otras dolencias. En forma restringida, por el costo envuelto, también se han efectuado campañas de vacunación contra la hepatitis.
La prevención no ha sido extraña en el modelo de salud pública del país. Y el interés de los entendidos es que se profundice esa postura, que beneficia al sistema porque al prevenir enfermedades, ahorra costos.
Por esos factores extraña la denuncia hecha por la Sociedad Dominicana de Pediatría de que escasea la vacuna contra el neumococo.
Esa es una vacuna esencial en materia de medicina preventiva por una razón fundamental: es aplicable a la población infantil y previene enfermedades originadas en el virus neumococo, como neumonía y meningitis, dos enfermedades de alto riesgo.
Ese medicamento debe ser administrado gratuitamente a cada niño que nace, mediante el Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI), el cual es dirigido vía el Ministerio de Salud Pública.
Agrava la denuncia el hecho de que según la Sociedad Dominicana de Pediatría, la escasez de la vacuna se produce por una deuda de cuatro millones de dólares contraída con el suplidor y que data de tres meses.
Es una lástima que un medicamento tan esencial para la prevención de enfermedades en la infancia se interrumpa su aplicación por una deuda que si se compara con las millonarias inversiones que hace el Gobierno en infraestructuras hospitalarias, es insignificante.
Hay que ponerle más atención a las pequeñas cosas, que si no se enfrentan a tiempo se convierten en grandes problemas.