Mis personajes del año 2012

En estos días está de moda elegir los personajes del año. Cada cual tiene sus favoritos, y hasta encuestas hacen para saber quiénes…

En estos días está de moda elegir los personajes del año. Cada cual tiene sus favoritos, y hasta encuestas hacen para saber quiénes deben ser. Los propuestos son todos famosos, poderosos, con influencia determinante en la sociedad, por lo que suele suceder que sus nominaciones sean de igual interés para los que premian como para los premiados. Los colocan en una imaginaria pasarela, e inicia el espectáculo. No pretendo restar crédito a los que aparecerán en las portadas de los diarios como los más sobresalientes de 2012. Es natural que los elegidos, por reales méritos públicos, estén entre Danilo Medina, Félix Sánchez, Nuria Piera… Fuera de ese esquema, yo también tengo mi otra lista. Sus nombres no importan, aunque sí sus acciones, tan heroicas como desapercibidas. Son personas, como dice una canción: “desconocidas gigantes, que no hay libro que las aguante”.

– Ella perdió a su pareja en una de esas inundaciones que azotaron al Sur profundo. Quedó sola, sin sustento, sin techo, sin ropa, sin aliento. Tiene cinco hijos pequeños. Para sobrevivir, literalmente hablando, se levanta todos los días a las 4:00 de la mañana, y se dirige al mercado, con la cara agrietada, apenas humedecida por cuatro lágrimas que se secan con el sol.

En el basurero busca cualquier cosa para llevarle a sus hijos, basta que sea medianamente comestible, que llene barriguitas, que evite los llantos que produce el hambre. Y cada día, para ella, es un siglo de tormentos, pero sabe que sin su martirio su prole morirá.

-Él sobrepasa los setenta años. Tiene un hijo con VIH y tres nietos que mantener. Nadie le da u ofrece trabajo. Anda de construcción en construcción. Está dispuesto a hacer zanjas, levantar fundas de cemento aunque se le rompan las vértebras, pero siempre escucha lo mismo: “viejo, aquí no hay nada”.

A su edad sabe que puede caerse y no pararse jamás, especialmente porque es diabético, sufre del corazón y no tiene ni para la pastilla de un día. “Daría mi vida para que ellos coman”, piensa en el ocaso de su esperanza.

-Ella es religiosa. Proviene de una adinerada familia europea y dejó todo para dedicarse a servirle con amor a los pobres de esta isla, quienes son los mismos desamparados de cualquier país.

Hace el bien en silencio, como se debe. Cuida y baña a los enfermos, alimenta a los ancianos, sufre cada vez que uno muere, pero siempre tiene fe de que, dentro de las penurias terrenales, muchas de esas almas estarán al lado del Señor.

Estos son mis personajes del año. No olvidemos que los grandes ejemplos pueden ser obra anónimas. Hagamos nuestra lista también.

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