Para qué las reformas

El pasado miércoles expresábamos preocupación acerca del caótico crecimiento de las ciudades, y particularmente, del Gran…

El pasado miércoles expresábamos preocupación acerca del caótico crecimiento de las ciudades, y particularmente, del Gran Santo Domingo. Nos lamentábamos de cómo ese proceso ha venido sepultando áreas esenciales para la vida urbana en armonía con el medioambiente. Y en esa inquietud nos referíamos a una dependencia que ha muerto, silenciosamente, el Consejo Nacional de Asuntos Urbanos (CONAU), sin que nos diéramos cuenta.

La ley 496-06, que creó la secretaría de Estado de Economía, Planificación y Desarrollo derogó esa dependencia. La reforma constitucional de 2010 vendría a modificar el nombre de la secretaría por el de ministerio, lo que refleja el acelerado proceso de cambio en papeles de la sociedad que no siempre se traduce en cambios reales. El mejor ejemplo es precisamente el CONAU, que por efecto del artículo 25 de la citada ley desapareció, junto al Secretariado Técnico de la Presidencia, la Oficina Nacional de Planificación y el Fondo de Preinversión.

El artículo 13 de la ley 496 instituye la Dirección General de Ordenamiento y Desarrollo Territorial a cargo del ordenamiento y la formulación de políticas públicas de desarrollo del territorio.

Esa dependencia tiene la responsabilidad de coordinar entre los diferentes niveles de administración pública y los entes privados a nivel municipal, provincial, regional y sectorial que inciden en el diseño, formulación, implementación, gestión y evaluación del espacio urbano.

Pero, ¿qué ha hecho esa Dirección desde su creación por el territorio de la municipalidad? Hemos sabido que trabaja para instituir una ley de regionalización y otra de suelo. Pero parece que las mismas no pasan de anteproyectos.

Asimismo, parece que a través del Ministerio de Economía, se coordina en algunos municipios para impulsar los consejos de desarrollo, mientras las ciudades siguen expandiéndose, sin políticas que garanticen el equilibrio y el hábitat. ¿Cómo es posible que desde 2006, una cuestión tan fundamental, siga “en estudio”, mientras pueblos y ciudades crecen caóticamente? ¿Para qué las reformas? ¿Para engavetarlas?

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