El rol de una buena madrastra

Casi toda mujer desea ser madre, por lo que acompaña este sentimiento con metas amorosas, profesionales y económicas. Pero a veces, las…

El rol de una buena madrastra

Casi toda mujer desea ser madre, por lo que acompaña este sentimiento con metas amorosas, profesionales y económicas.

Casi toda mujer desea ser madre, por lo que acompaña este sentimiento con metas amorosas, profesionales y económicas. Pero a veces, las cosas no son como se programan, ya que el destino y las circunstancias determinan cómo y cuándo dichas metas se pueden lograr.

El “departamento” del amor es lo único que no es predecible, ya que en los demás tienes la opción de elegir, escudriñar y descartar. Pero cuando se refiere a amar, no. La persona que llegue a tu vida no la puedes adaptar a tus exigencias, simplemente aceptar todo lo que representa y el “paquete” que venga con ella.

Pero cuando ese “paquete” incluye hijos de por medio –los de tu pareja con otra persona- te convierte en uno de los personajes más odiados en las historietas: la madrastra, un personaje conocido en los cuentos como la fea, odiosa, mala y usurpadora que arrebata la atención y amor paterno.

La psicóloga y terapeuta familiar Olga María Renville detalla que el término “madrastra” ya viene estigmatizado ante la sociedad y quien lleve este “título” siempre estará bajo la mirilla de quienes la rodean, sobre todo de los hijastros y de su pareja.

“Es bueno entender que una madrastra puede ejercer un buen papel dentro del nuevo hogar del que formará o forma parte. Esta, en muchos casos, puede suplir mejor algunas necesidades que daría la madre biológica”, dice la experta.

Errores frecuentes

Sin embargo apunta que la madrastra debe saber cuál es su rol en esta ecuación, y no caer en el error de querer sobredimensionar sus afectos para agradar a los hijos de su pareja, pues los niños ven y siente esta manifestación de afecto como una invasión de su espacio, así como una “ladrona” del cariño y el tiempo que consideran su padre debe darles.

“Otro punto en el que la madrastra debe estar clara, es que algunos roles corresponden única y exclusivamente a la madre biológica, lo cual debe estar determinado desde un principio entre ellos (el padre, la madre y la madrastra) para evitar conflictos”, agrega.

Un factor que también puede afectar la relación entre los niños y la madrastra es la forma en cómo ella (la madrastra) trata los problemas de los niños con su pareja. Los niños suelen ser muy susceptibles cuando un externo se involucra en asuntos de comportamiento, y mucho más cuando ese tercero es visto como una “usurpadora”.

Decirle al padre las faltas de los niños en frente a ellos (los hijastros) es un grave error con el que puedes ganarte unos buenos “enemigos”. Si tienes alguna queja o sugerencia debes hacerlo a solas con tu pareja.

“Para que la relación entre la pareja, la madrastra e hijastros sea exitosa, la madrastra debe primero ganarse el respeto de los niños y luego su cariño. Pero debe ser apoyada por su pareja”, comenta Renville. Te preguntarás que si tener una buena relación madrastra-hijastros es posible ¿a qué se debe tan mala vibra hacia la madrastra? Es simple. Muchas personas han tenido experiencias muy negativas que han marcado su vida y que le hacen rechazar a la nueva pareja de su padre.

Como consecuencia, crea desavenencias familiares que terminan en la disolución de la pareja y en muy mal sabor de boca para los niños.

Renville dice que lamentablemente no todas las personas están preparadas emocionalmente para saber la importancia de la madrastra y su papel dentro de esta ecuación. La psicóloga admite que hay tres maneras de asumir este papel. Elegir el más fácil sería convertirse en ese terrible personaje y permitir que el odio y el resentimiento gobiernen la relación, un divorcio o aprender a ser la mejor madrastra del mundo.

Según Olga María Renville, saber encontrar su lugar en la familia, sus funciones y, sobre todo, a respetarse y comunicarse son factores vitales para que las madrastras e hijastros tengan una relación saludable. Continúa leyendo en www.elcaribe.com.do

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Casi toda mujer desea ser madre, por lo que acompaña este sentimiento con metas amorosas, profesionales y económicas. Pero a veces, las cosas no son como se programan, ya que el destino y las circunstancias determinan cómo y cuándo dichas metas se pueden lograr.

El “departamento” del amor es lo único que no es predecible, ya que en los demás tienes la opción de elegir, escudriñar y descartar. Pero cuando se refiere a amar, no. La persona que llegue a tu vida no la puedes adaptar a tus exigencias, simplemente aceptar todo lo que representa y el “paquete” que venga con ella. 

Pero cuando ese “paquete” incluye hijos de por medio –los de tu pareja con otra persona- te convierte en uno de los personajes más odiados en las historietas: la madrastra, un personaje conocido en los cuentos como la fea, odiosa, mala y usurpadora que arrebata la atención y amor paterno.

La psicóloga y terapeuta familiar Olga María Renville detalla que el término “madrastra” ya viene estigmatizado ante la sociedad y quien lleve este “título” siempre estará bajo la mirilla de quienes la rodean, sobre todo de los hijastros y de su pareja.

“Es bueno entender que una madrastra puede ejercer un buen papel dentro del nuevo hogar del que formará o forma parte. Esta, en muchos casos, puede suplir mejor algunas necesidades que daría la madre biológica”, dice la experta.

Errores frecuentes

Sin embargo apunta que la madrastra debe saber cuál es su rol en esta ecuación, y no caer en el error de querer sobredimensionar sus afectos para agradar a los hijos de su pareja, pues los niños ven y siente esta manifestación de afecto como una invasión de su espacio, así como una “ladrona” del cariño y el tiempo que consideran su padre debe darles.

“Otro punto en el que la madrastra debe estar clara, es que algunos roles corresponden única y exclusivamente a la madre biológica, lo cual debe estar determinado desde un principio entre ellos (el padre, la madre y la madrastra) para evitar conflictos”, agrega.

Un factor que también puede afectar la relación entre los niños y la madrastra es la forma en cómo ella (la madrastra) trata los problemas de los niños con su pareja. Los niños suelen ser muy susceptibles cuando un externo se involucra en asuntos de comportamiento, y mucho más cuando ese tercero es visto como una “usurpadora”.

Decirle al padre las faltas de los niños en frente a ellos (los hijastros) es un grave error con el que puedes ganarte unos buenos “enemigos”. Si tienes alguna queja o sugerencia debes hacerlo a solas con tu pareja.

“Para que la relación entre la pareja, la madrastra e hijastros sea exitosa, la madrastra debe primero ganarse el respeto de los niños y luego su cariño. Pero debe ser apoyada por su pareja”, comenta Renville. Te preguntarás que si tener una buena relación madrastra-hijastros es posible ¿a qué se debe tan mala vibra hacia la madrastra? Es simple. Muchas personas han tenido experiencias muy negativas que han marcado su vida y que le hacen rechazar a la nueva pareja de su padre.

Como consecuencia, crea desavenencias familiares que terminan en la disolución de la pareja y  en muy mal sabor de boca para los niños.

Renville dice que lamentablemente no todas las personas están preparadas emocionalmente para saber la importancia de la madrastra y su papel dentro de esta ecuación. La psicóloga admite que hay tres maneras de asumir este papel. Elegir el más fácil sería convertirse en ese terrible personaje y permitir que el odio y el resentimiento gobiernen la relación, un divorcio o aprender a ser la mejor madrastra del mundo.

Según Olga María Renville, saber encontrar su lugar en la familia, sus funciones y, sobre todo, a respetarse y comunicarse son factores vitales para que las madrastras e hijastros tengan una relación saludable.

Cuida la salud emocional de los niños

Hasta que el padre no esté seguro de querer tener una relación formal con su nueva pareja no debe presentarla a sus hijos. Hacerlo a destiempo, antes de que la relación madure, puede provocar en los infantes la sensación de inestabilidad y ver a su padre como una persona de poca credibilidad.

Renville aconseja hablarles a los niños sobre la existencia de esa persona, antes de presentarla. Esto les dará tiempo para reaccionar y preguntar sobre todas sus inquietudes. A partir de ahí, inicia el proceso de conocerse, adaptarse y de fortalecer lazos…

“Es importante cuidar la salud emocional de los niños. La nueva pareja debe comprender (y aceptar) que ellos (los niños) están y deben respetar los espacios”, concluye la psicóloga, quien cuenta con vasta experiencia  en el tema.

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