Podrá sonarte familiar. Sí, el título que empleamos para este reportaje también es el que ilustra una reciente película de Hollywood. Sin embargo, va más allá que un filme de 120 minutos. La adicción a las compras es una condición que afecta a muchos, los que, en ocasiones, ni se dan por enterados.

«El perfil básico de un comprador compulsivo está delimitado por la irracionalidad de sus pensamientos, una ansiedad excesiva, y una compulsión exagerada, que es lo que lleva a la persona al comportamiento de compra excesiva. Generalmente está asociada a un trastorno que se conoce como «obsesión-compulsión». La persona fantasea mucho con las compras, se formula muchas ideas obsesivas con el hecho de adquirir artículos, que es lo que lo lleva a sentir una ansiedad enorme. Hasta que no compra (compulsión) la ansiedad no disminuye», explica Ramón Almánzar, Psicólogo del Centro Vida y Familia.

Si bien es cierto que este comportamiento afecta en mayor grado a mujeres que a hombres, no podría decirse que existe un único perfil, ya que son varios los factores que desarrollan dicha dependencia.

El motor que enciende en principio el ansia irresistible por comprar es encontrar alivio y satisfacción, como una forma de descargarse ante una situación adversa.

«Hay varios factores. Puede ser una conducta aprendida de alguna persona significativa en el sistema familiar de origen. También se puede originar por una personalidad de base que tenga el individuo, que en algún momento de estrés desencadene este tipo de conducta de compra compulsiva. Otras personas manejan sus problemas personales comprando compulsivamente con la intención de sentirse llenos en un momento de vacío existencial. Otra causa pueden ser las expectativas sociales de tener y adquirir todo lo que está de moda en el mercado», puntualiza Almánzar.

Este tipo de compradores paga sus compras mediante alguna tarjeta o sistema de crédito, pierden la dimensión de sus gastos y de sus deudas, y no se pueden arrepentir hasta que les llega el estado de cuenta. Entonces se encuentran de nuevo ante un sentimiento desagradable que buscarán evitar. ¿Cómo? adquiriendo cualquier cosa a través del medio que sea. Es ah’ donde los expertos señalan el grave problema del autocontrol.

Compras vs. depresión

Estas personas sienten el deseo o necesidad de adquirir nuevas cosas después de una ruptura amorosa, de un conflicto familiar o ante cualquier problema que afecta su estado de ánimo. Buscan cualquier cosa atrayente en la tienda o en el centro comercial, no importa que tengan dos iguales en casa. El sentimiento de bienestar de los compra-adictos es característico en el momento que reciben su mercancía, pero bruscamente sufre un cambio en la medida que se acerca nuevamente a la situación que lo inquieta.

Programarse

Para evitar llegar a niveles descontrolados organiza una lista de lo que requieres comprar y apágate a ella lo más que puedas. Antes de ir de tiendas fíjate una suma reflexionada y prudente sobre lo que vas a gastar. Las tarjetas de débito o el dinero en efectivo es el más adecuado, ya que los sistemas crediticios son los más delicados porque tiendes a endeudarte más de lo recomendado.

Por otro lado, debes aprender a rechazar opciones de compra como catálogos, ventas por televisión o a través de sitios en Internet.

Si tu deseo por ir de compras empieza a crecer, hazte acompañar durante el shopping por algún familiar o amigo cercano que te pueda frenar o en un momento de descontrol.
Los expertos recomiendan identificar situaciones o conflictos que provoquen la ansiedad de comprar, mientras que señalan como un mecanismo para luchar contra la compra compulsiva el mirar los aparadores cuando las tiendas están cerradas, así empezarás a regresar a casa sin adquirir nada.

Además, puedes buscar actividades complementarias -como deportivas o artísticas-, que poco a poco comiencen a suplir la rutina de ir a las tiendas y a los centros comerciales.

Reflexiona acerca de la necesidad de hacer regalos bonitos o deslumbrantes, ya que si lo piensas tiene mayor mérito un obsequio que sea de verdadera utilidad (y casi siempre más barato) o hecho por uno mismo.

 

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