Ted Williams: un héroe americano

Esta entrega la voy a dedicar a quien fue considerado el bateador más fino que ha pisado un estadio de béisbol, me refiero al “espléndido…

Esta entrega la voy a dedicar a quien fue considerado el bateador más fino que ha pisado un estadio de béisbol, me refiero al “espléndido junco” el inmenso Ted Williams.

Asistí con dos de mis nietas, Franshesca y María Alejandra, al homenaje en el Fenway Park que le rindió la ciudad de Boston con el título “Ted Williams: un héroe americano”.

Ningún evento más emocionante para mí y los 30,000 fanáticos que asistieron a dicho homenaje. 

Se hizo hincapié en los reconocimientos a su asistencia a dos guerras, la Segunda Guerra Mundial, donde pasó tres años de su plena juventud y donde obtuvo el grado de Capitán por su gran destreza pilotando los P51, los aviones de combate en esa época,  luego a los 34 años fue llamado a prestar servicio en la guerra de Korea, considerada no muy popular por el pueblo norteamericano.

En esta confrontación bélica se le asignaron 39 misiones de combate donde tuvo tres aterrizajes forzosos. 

Entre los testimonios ofrecidos en ese homenaje hubo uno que me impactó sobremanera que fue el de un congresista norteamericano que dijo más o menos: “Según mi criterio, el haber enviado a Ted Williams a esta confrontación de Corea fue porque el Gobierno norteamericano estaba buscando un héroe”.

Situación que yo personalmente comparto. También los testimonios de Dominic Dimaggio y de Jerry Coleman, el primero, Center Field del Boston, quien jugó 14 años al lado de Williams y el segundo, Segunda Base de su equipo archirrival, Los Yankis de Nueva York.

Dimaggio dijo más o menos esto: “Jugué 14 años al lado de Williams y estuve desde que nací al lado de Joe, siempre oí a Williams decir que Joe era el mejor jugador y el más elegante y a Joe decir que indudablemente Williams era el mejor bateador del deporte”, yo particularmente exclamo que “en cualesquier actividad de la vida, la grandeza de los hombres se mide en razón directa de cómo califiquen a sus adversarios”.

El testimonio de Jerry Coleman fue más o menos el siguiente: “Siempre se ha dicho que a Williams se le jugaba sin Tercera Base, pero también se le jugaba sin Segunda Base, puesto que ésta se colocaba en territorio corto del Right Field.

El primer juego que me tocó enfrentar a Williams bateó dos dobles y un Homerun, y le pedí autorización al manager de los Yankis (Casey Estengel) para jugar en la posición normal de Segunda Base. 

Ese día Williams dio dos hits exactamente en el sitio donde yo debía estar jugando”.

Ahora paso a detallar las anécdotas siguientes: El último día de la temporada del año 1941 y habiendo tenido una cartelera de dos juegos en Filadelfia, el Manager de Boston, Joe Cronin,  le llamó aparte y le dijo :“Williams, estás bateando 399.6, es decir, 400 puntos. Como estos juegos no tienen gran importancia, te voy a dejar en el banco”, a lo que se negó rotundamente, y efectivamente ese día bateó de 8/6 y su averaje ascendió a 406, siendo el último en obtener esa aristocrática marca.

luego en el 1957 (16 años después) bateó 388, siendo los dos más altos averajes obtenidos en la época moderna del béisbol. 

A fines del 1953 regresó de Korea y participó en 37 juegos, agotó 91 turnos y conectó 13 homerunes, es decir un homerun cada 7 turnos, esto a la edad de 35 años. 

Ese mismo año bateó 3 homerunes en 2 juegos diferentes.

Tuvo 145 carreras impulsadas como novato con los Medias Rojas en 1939 y cerró su carrera conectando un homerun en el Parque Fenway de Boston durante su último juego en las Ligas Mayores en 1960, a la edad de 42 años.

Williams decía que su vista era tan aguda que podía ver cada una de las costuras de una pelota en movimiento y percibir el momento exacto en que su bate la conectaba.  

Una prueba práctica para demostrar esto fue que le colorearon la pelota con diferentes colores y él señalaba  en qué color el bate había hecho contacto.

Alto y delgado, casi esquelético, Williams carecía de la complexión tradicional de los bateadores de poder. Sin embargo, se ejercitó convenientemente y llegó a ser, sin dudas, el mejor bateador de su tiempo.

Estuvo frecuentemente involucrado en disputas, tanto públicas como privadas durante su carrera, pero su carácter se fue volviendo más amable con los años.

En 1999 se mostró conmovido al ser ovacionado por una multitud durante el juego de estrellas en el Fenway. “¿No fue eso grandioso? Sólo lo puedo describir así. No me sorprendió del todo porque sé cómo son mis aficionados aquí en Boston”.

OBP (porcentaje embasarse .483) es decir se embasaba casi una vez cada dos turnos. Primero en la historia.

Slugging: .634 segundo solo detrás de Ruth.

Recibió 2.58 base en bolas por cada ponche (increíble).
Decidió 94 juegos con sus cuadrangulares. 18% de sus cuadrangulares fueron para decidir juegos.

Bateó 105 juegos perfectos (3-3 de 4-4 y 5-5). Dio 261 homerunes en casa y 260 en la ruta, qué consistencia. 

Obtuvo dos triples coronas, no fueron tres porque en 1949 perdió el título de bateo por una milésima de punto ante George Kell.

¿Se le puede pedir más a un ser humano? realmente creo que es “muy, pero muy difícil”.
Estando durmiendo en una cabaña en una temporada de caza sintió un ruido en el techo, salió afuera con un bate como arma, el ruido provenía de un gato salvaje que trató de caerle encima, con tan mala suerte que fue cerca de la zona de strike, el pobre gato salvaje pasó a mejor vida.

Williams no fue siempre idolatrado, aunque casi todos reverenciaban su poder de bateo, otros, los menos, lo recordaban con algunas muestras de desdén a
los aficionados del Fenway.

Se negó a saludar al público quitándose la gorra cuando conectó el último
vuelacercas en su turno final al bate a los 42 años. “Los Dioses no responden cartas” escribió una vez John Updike en su semblanza de Williams.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas