El Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) concluyó ayer su IV Convención Nacional Empresarial después de tres meses de consultas a sus miembros en provincias y regiones sobre los más importantes asuntos del sector y de la sociedad en su conjunto. El acto fue una descarga frente a los grandes problemas de la nación. Pudo ser una verdadera catarsis si hubiese incluido una profunda autocrítica. De todas formas, el extraordinario esfuerzo de reflexión, discusión e identificación de las cuestiones que consideran vitales para lo que denominan “Romper la inercia”, constituye un vital ejercicio para contribuir a la búsqueda de remedios a los rezagos nacionales.
La reunión de empresarios incluyó al liderazgo que aspira a dirigir la nación. Ante ellos presentaron un memorial sobre lo que debe hacer el país para avanzar. Sobre las líneas maestras para un cambio en el terreno económico, en el marco social y en el estamento institucional, todos claves para promover una nación que reduzca su voracidad consumidora para convertirse en una potencia exportadora, al estilo de las más exitosas naciones.
Pero ¿qué es “Romper la inercia”? Es, en el discurso del presidente del Conep, Manuel Diez Cabral, “colocar en primer plano nuestras fortalezas, sin dejar de confrontar las debilidades que nos impiden ser una nación netamente exportadora; asumir la apertura comercial como un conjunto de oportunidades, sin minimizar los riesgos. Implica tener políticas estables y seguridad jurídica, sin dejar de responder a las necesidades de determinadas coyunturas; aprovechar la disposición y flexibilidad de nuestra fuerza laboral, sin dejar de entender que su cambio y el incremento de su capacidad es un proceso que nos llevará al menos una década. Es decir, mirar el mañana sin desechar el presente”.
Para lograrlo, tal y como reconocen los empresarios, es necesario el esfuerzo colectivo, “porque los tiempos han cambiado y requieren nuevas respuestas”, con lo que concuerda de manera entusiasta elCaribe
