Más menores son madres, menos se planifican

La sala de espera para vacunación estaba silenciosa hasta que llegó Lorena Montero Jiménez.

La sala de espera para vacunación estaba silenciosa hasta que llegó Lorena Montero Jiménez. El llanto de su bebé de dos meses acaparó la atención de la media docena de madres adolescentes que, como ella, también esperaban turno para vacunar a sus crías.

El Ministerio de Salud Pública reporta que de 200 mil nacimientos que se registraron en el sector público el año pasado, 40,000 correspondieron a madres con edades entre 12 y 19 años de edad, el 20% del total.

Un pantalón vaquero ajustado y la blusa de tirantes que no cubre bien los senos de Lorena disimulan sus 14 años y la hacen lucir mayor.

En vez de útiles escolares, la chica carga un bulto con pañales. Ha cambiado el camino hacia la escuela por el que la conduce al Hospital Maternidad La Altagracia, en el Distrito Nacional, donde el número de madres de su edad se ha incrementado en los últimos dos años.

A diario acuden a ese hospital 15 menores en gestación para consultarse por primera vez en el Programa de Atención Integral para Adolescentes Embarazadas.

Los registros que esa Maternidad guarda del año que recién finalizó reflejan un aumento de un 15% en el número de menores nuevas que acudieron a consulta de maternidad con relación a las cifras del 2010.

Los registros de este hospital son mayores que los que a nivel general presenta el Ministerio de Salud Pública.

Del total de embarazos que se reportan en ese hospital, el que más partos realiza en el país, el 30% corresponde a adolescentes, un promedio que se mantiene desde hace años.

Pero lo que más preocupa a la coordinadora del programa para madres adolescentes, doctora Esther Portes, es que muy pocas regresan a planificarse luego de alumbrar a su primer hijo.

De 2,958 menores que se atendieron el año pasado, sólo 852 se acercó al centro de salud para solicitar algún método de planificación, el 28%. Mientras que en 2010, de 2,569 menores consultadas, sólo 813 se planificaron.
“Ellas no responden como esperamos, a pesar de las orientaciones que se le da. 

Muchas se quedan en su casa, otras se olvidan y se embarazan rápido. No es por falta de orientación, es que sencillamente a ellas no les interesa”, opina Portes.

Indica que también puede influir la zona en la que se encuentra la Maternidad, ya que está en un sector de clase media que está alejado de los barrios más deprimidos de la ciudad, que es de donde proviene el grueso de las pacientes.

“Este hospital les queda muy lejos, muchas no tienen el pasaje para venir o se les dificulta por otras razones”, afirma.

Consecuencias
Lorena dejó la escuela cuando cursaba el primer año de bachillerato. “Quiero seguir estudiando, lo que pasa es que ahora no puedo”, dice.

La deserción escolar es uno de los impactos negativos más fuertes producto del embarazo en adolescentes, señala un estudio realizado por la Asociación Dominicana Pro Bienestar de la Familia y el Centro Nacional de Investigaciones en Salud Materna Infantil, en marzo de 2011.

El informe “Embarazo en adolescentes, ¿Una realidad en transición?” señala que cuando las menores abandonan los estudios tienen menos posibilidades de insertarse en posiciones más competitivas y mejor remuneradas en el mercado laboral, en un futuro.

“Al depender económicamente de sus parejas masculinas u otros familiares para cubrir los gastos básicos de sus hijos, están más expuestas a situaciones de violencia de género y transmisión de VIH”, indica el estudio. También está el impacto emocional.

Muchas niñas suelen romper la relación con sus padres después de que deciden hacer vida de adultos antes de tiempo.

Lorena enfrentó una fuerte discusión con su padre, que reside en el extranjero, porque él le pedía que se separara de su pareja.

“Mi papá tuvo un tiempo que me dejó de hablar, me amenazaba con agredir a mi esposo.

Las cosas se arreglaron un tiempo pero después de que parí volvieron los pleitos”, dice la adolescente. Mientras que Marleni Pérez, de 15 años, sufrió la reacción violenta de su papá: “Él me quería matar.

Me botó de la casa. Entonces tuve que mudarme con el papá de mi niña en la casa de mamá”, sostiene.

Los padres también sufren
Hay padres a los que les embarga una mezcla de decepción, amargura y desilusión cuando se enteran que su hija adolescente espera un bebé. “La noticia me cayó como una ‘pedrá’. Me sentí fatal”, manifiesta Angiolina De La Rosa al referirse al caso de su hija María Sulenyi Coss, de 16 años.

“Yo quería que ella terminara sus estudios y que fuera una muchacha independiente antes de que tuviera hijos”, agrega Angiolina, que trabaja como doméstica.

Expone que la llegada del bebé ha puesto en apuros a su familia en términos económicos, pues ella es la única que está trabajando actualmente.
A Margarita Correa De León lo que le duele es que su hija Paola, de 15 años, haya dejado la escuela. “Fue un dolor muy fuerte. Llore muchísimo.

Pero a uno no le queda de otra que seguir adelante. Yo le aconsejo que no deje los estudios pero no me ha valido”, comenta.

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