BENGASI, Libia (AP) — Cientos de libios concurrieron el sábado a una plaza principal en Bengasi y a otra en Trípoli, en respuesta a una convocatoria de los militares para que entregaran sus armas.
Algunos llegaron con vehículos blindados, tanques o furgonetas que tenían emplazadas armas antiaéreas. Además, entregaron cientos de lanzacohetes.
La invitación emitida por los jefes del estado mayor en Libia se difundió en agosto, en un canal de la TV privada. Pero la respuesta fue quizás más entusiasta tras el ataque contra el consulado estadounidense en Bengasi. En la ofensiva fueron asesinados el embajador norteamericano y tres miembros del personal de la legación.
Al ataque siguió una muestra de indignación popular contra los milicianos armados que han desafiado a las autoridades gubernamentales.
En respuesta, el gobierno ha convocado a todas las milicias a desintegrarse o a unirse a un centro de mando del ejército, que realiza tareas de coordinación. El gobierno se apoyó en muchas milicias para reforzar la seguridad durante la tensión que siguió al derrocamiento y muerte del líder Muamar Gadafi, el año pasado.
El coronel del ejército, Omran al-Warfali, se mostró impresionado por el número de asistentes.
«Cientos de ciudadanos llegaron desde las primeras horas de esta mañana para entregar sus armas. Pertenecían a todos los estratos sociales, eran hombres, jóvenes, mujeres e incluso niños que entregaron balas halladas en las calles», dijo.
El gobierno había estimado que más de 200.000 personas en libia estaban armadas. Había intentado varias campañas de desarme, incluso ofreciendo a la gente empleos a cambio de sus armas o proponiendo que las compraría. El canal Libya alHurra (Libia Libre) mostró imágenes en directo sobre la recolección de armas, que fueron trasladadas el sábado a cuarteles militares.
Ahmed Salem, organizador de los esfuerzos en Bengasi, dijo que más de 800 ciudadanos entregaron armas en el puesto principal de recolección. Más de 600 tipos distintos de armas se recogieron, incluidos cañones antiaéreos, minas antipersonales, lanzacohetes y proyectiles de artillería.
Moussa Omr, ex combatiente que vive en las inmediaciones de Bengasi y que luchó contra Gadafi, consideró que había llegado el momento de entregar sus armas al Estado.
«Cuando vi el anuncio en la televisión llegué a Bengasi con mi esposa y con mi hijo para entregar mi arma al ejército nacional, porque quería pasar de la etapa de la revolución a otra de reconstrucción del Estado», dijo. «Confío en el ejército nacional. Ellos han estado con nosotros en el frente y conozco a cada uno. No necesito esta arma después del día de hoy. Las milicias han sido expulsadas de Bengasi y el ejército nacional nos protegerá».
