Rafael Correa, hacia la relegitimación de un nuevo mandato

Ecuador celebra elecciones este domingo 17 de febrero. En ellas se elegirá al presidente y vicepresidente, a cinco (5) representantes ante el Parlamento Andino y a ciento treinta y siete (137) representantes a la Asamblea Nacional. Los resultados…

Ecuador celebra elecciones este domingo 17 de febrero. En ellas se elegirá al presidente y vicepresidente, a cinco (5) representantes ante el Parlamento Andino y a ciento treinta y siete (137) representantes a la Asamblea Nacional. Los resultados son previsibles y el hilo democrático que ha regido los destinos políticos de ese país de manera estable, desde la asunción de Correa a la presidencia en el 2007, parece consolidarse cada vez más.

La incipiente democracia ecuatoriana ha vivido desde el 1979, al finalizar las dictaduras de Guillermo Rodríguez Lara y del triunvirato militar, algunos períodos importantes en la historia de conducción de sus gobiernos, en los métodos de elección de éstos y en la forma en cómo se le daba fin. En el período comprendido entre 1979 al 1996 los gobiernos se constituían y sucedían por las vías electorales, y aun cuando en 1987 fue secuestrado el presidente de entonces, Leon Febres Cordero, el hilo constitucional no fue roto. Había por tanto, una sucesión presidencial ordenada y estable, permitiendo incluso la alternancia entre partidos de ideologías opuestas.

Sin embargo, en el período comprendido entre 1996-2006 las cosas cambian. En esos diez años, igual cantidad de gobiernos pasaron por el  palacio presidencial de Ecuador, llegando incluso a cambiar de manos tres veces en 24 horas en una ocasión, de esta forma, se convertía Ecuador en la democracia más inestable de América Latina.

Con la llegada de Rafael Correa a la presidencia en el 2007, se abre el tercer período de la historia democrática ecuatoriana, signado por la estabilidad que actualmente vive Ecuador y que, ni la intentona de golpe de Estado del 30 de septiembre del 2010, logró perjudicar.

Cuando Correa asumió el poder por primera vez en el 2007 lo hizo con la promesa de crear una revolución ciudadana que rescatase el sentimiento patrio y que impulsase cambios significativos en el plano económico y constitucional y a mi juicio lo ha logrado.

A seis años en el gobierno, los aportes que hace Ecuador como país a la buena vecindad y a la  integración latinoamericana en el seno del UNASUR, el ALBA y CELAC con el propósito de crear “La Patria Grande” han sido determinantes y, a nivel interno, los índices de estabilidad y desarrollo que vemos en la prensa y en los medios internacionales son sorprendentes.

Ecuador reformó los contratos de participación por el de prestación con tasa fija en la extracción de petróleo, lo que le ha permitido mostrar una bonanza importante en los recursos que percibe por ese concepto, pues ahora el 100% de la producción del crudo es propiedad del Estado. Estos recursos, unidos a aquellos provenientes de la renegociación de la deuda, son destinados a la inversión en sectores sociales determinantes para la mejoría en la calidad de vida de sus ciudadanos, logrando que entre 2010 y 2011 más de un millón y medio de personas dejaran de ser pobres, lo que en términos porcentuales representa una reducción de un 4,9% en el índice de pobreza.

Ecuador vive actualmente una experiencia que va más allá de la frialdad de números y estadísticas. La evocación a la frase de Benjamín Carrión “volver a tener patria” que hizo el presidente Correa en su discurso de posesión en el 2007, se reivindica constantemente con las ejecutorias que vemos lleva a cabo el gobierno en beneficio de los ciudadanos. La sociedad está cincelada por una política estatal que protege, cuida y garantiza al ciudadano equidad en el ejercicio de sus deberes y derechos. Sorprende agradablemente, por ejemplo, leer el Capítulo Segundo de su Constitución, en el que se detallan y establecen, como deber constitucional del  Estado, preservar a las personas sus “derechos del buen vivir”.

La seguridad ciudadana se ha convertido en una prioridad nacional, además, sectores como salud, educación, obras de infraestructuras con vocación social, generación de energía, rescate de patrimonio nacional, entre muchos otros aspectos de igual importancia, reciben inversiones millonarias desde el Estado con el propósito de crear las condiciones de desarrollo  necesarias que le permitan competir ventajosamente a nivel internacional y revestirse de prosperidad y riquezas a nivel interno.

Todos esos aspectos de evidente desarrollo se ponen en la balanza de la elección popular este próximo domingo 17. El promedio de las principales firmas encuestadoras colocan a Rafael Correa con alrededor de un 54% de preferencia en los electores y con más de un 30% por encima de su contendor más cercano, el empresario Guillermo Lasso, quien aparte de sus evidentes debilidades electorales frente a Correa deberá luchar en estas elecciones con el lastre que supone la existencia de unos cables de wikileaks que lo señalarían como informante de la embajada americana en ese país.

Es evidente que en este proceso Correa avanza solo a relegitimar, en primera vuelta, un nuevo mandato hasta el 2017.

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