La Roya del Cafeto

La Roya (Hemilea vastatrix) está amenazando la producción cafetera en la República Dominicana.

La Roya (Hemilea vastatrix) está amenazando la producción cafetera en la República Dominicana. Consiste en una enfermedad producida por un hongo que ataca principalmente las hojas del cafeto, debilitando las plantas y provocando que el fruto del arbusto caiga antes de su maduración y que el árbol baje considerablemente la producción en la siguiente cosecha. Este hongo tiene más de 30 años existiendo desde que se conoció su primer brote en Mariano Cestero, cerca de la frontera con Haití. Su hábitat preferido se encuentra en los lugares más húmedos de los cafetales, pero nunca su propagación había sido tan severa como la que nos ataca en estos momentos. El actual cambio climático ha dado origen a unas condiciones meteorológicas especialmente propicias para la difusión de la plaga, lo cual la convierte en el vector principal de su dispersión a nivel nacional.

La combinación de altas temperaturas y lluvias ha llevado al hongo a afectar alrededor del 70% de los cafetales dominicanos. La plaga ocasionada por el hongo hemilea vastatrix, tiende a reproducirse en condiciones de calor y humedad en temperaturas que oscilan entre 18 y 24 C.

Existen otros motivos que contribuyeron a su propagación:

1. La falta de recursos y conocimientos, impidieron a los productores tomar las medidas preventivas necesarias. Los productores de café pasaron más de 20 años vendiendo su café por debajo del costo de producción. Donde hay muchos productores pequeños y pocos compradores grandes, la ley de la oferta y la demanda perjudica irremediablemente a los productores pequeños. En los pocos años de buenos precios en los mercados internacionales, los gobiernos de turno se adueñaron de más del 50% de los recursos producidos por el café para subsidiar sectores como el turismo y las zonas francas, bajo el pretexto de que los productores de café iban a dilapidar esos recursos en lugar de invertirlos en sus plantaciones. Es debido a esa circunstancia, que el país tiene una deuda con los productores de café.

2. Durante estos años de grandes pérdidas, los cafetales se pusieron viejos junto con sus dueños. Los más golpeados optaron por abandonar sus predios, iniciando el éxodo masivo hacia las grandes ciudades, en donde el gobierno ha tenido que invertir cuantiosos recursos en aceras y enlosados, suministrar energía eléctrica, construir y ampliar las cárceles para albergar a los que llegaron a un medio que no conocían y encontraron en la delincuencia el único medio para subsistir.

3. Los que estoicamente se quedaron en las zonas cafeteras trataron de diversificar la producción, intentando sembrar otros cultivos como aguacates, árboles maderables y ganadería.

Lamentablemente para ellos, las áreas donde se da bien el cultivo de café, solo son buenas para el cultivo de este aromático grano.

4. La finca de La Cumbre, que debió ser la escuela ideal para los caficultores dominicanos, donde se llevaban a cabo las investigaciones sobre todas las variedades existentes en el mundo y se instalaron los más modernos y eficientes beneficiados para procesar el café, fue dividida y entregada alegremente a los empleados, vecinos y amigos del gobierno de turno.

El daño ya está hecho, podemos sentarnos a llorar y seguir buscando culpables o aprovechar esta oportunidad para resolver el problema y relanzar la caficultura para que las generaciones venideras encuentren un medio rentable para vivir y criar a su hijos en el ambiente más sano de nuestro país.

 Por todo lo anterior y como miembro de la comisión designada por el señor presidente de la República, me permito sugerir para lograr el objetivo deseado, lo siguiente:

A. A corto plazo, hay que tomar el control absoluto del hongo por medio de la fumigación con agroquímicos preventivos y curativos financiados totalmente por el gobierno, ayudando a los pequeños productores a aplicar correctamente los productos y enseñándoles a utilizar los equipos de fumigación.

B. A mediano y largo plazo, hay que reemplazar las variedades de cafetos existentes en el país, por otros resistentes al hongo. Ya se han hecho viveros con muy buenas como  la Lempira de Honduras, Castillo de Colombia y próximamente llegarán también del Brasil, las variedades Obata y Tupí. Este proceso puede durar de 3 a 5 años, dependiendo de la rapidez con que estas ideas se divulguen y sean aceptadas por todos los sectores involucrados.
Para finalizar debemos añadir, que es imprescindible el financiamiento oportuno y a bajo interés, ya que la mayoría de los productores no son sujeto de crédito por no tener los títulos catastrales de propiedad debidamente saneados y actualizados. Es esta la parte que los caficultores esperan que el superior gobierno supla por intermedio del Ministerio de Agricultura y el Banco Agrícola.

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