Por el derecho a disentir en esta democracia

Hay déficit de democracia en República Dominicana. El apoyo de la población a esta forma de gobierno se ha reducido de 78% en 2006 a 70% en 2012, según el Barómetro de las Américas. En cambio hay superávit de autoritarismo. Y no es sorpresa…

Hay déficit de democracia en República Dominicana. El apoyo de la población a esta forma de gobierno se ha reducido de 78% en 2006 a 70% en 2012, según el Barómetro de las Américas. En cambio hay superávit de autoritarismo. Y no es sorpresa para nadie. Se sabe que esta sociedad no está formando demócratas.
El mal aprendizaje comienza en el hogar patriarcal y se intensifica al llegar a la escuela. Se manifiesta en el aula, cuando la profesora reprime a quienes la contradicen. En la universidad, cuando no se garantizan elecciones en igualdad de condiciones para los candidatos de las asociaciones de estudiantes, profesores o empleados.

Se propicia desde lo interno de los partidos políticos. Escuelas de formación que no ofrecen un programa mínimo de educación democrática a sus militantes, sin importar la edad. Dirigentes que se eternizan en los altos organismos de decisión. Reservas excesivas de candidaturas para puestos electivos, por encima de la voluntad popular.

Ni hablar de organizaciones de la sociedad civil, cuyos líderes no ceden espacio para que otros asuman, y que por tanto, alimentan esta lista de prácticas antidemocráticas. Hasta en la cúpula de importantes organismos internacionales acreditados en el país se ha vulnerado el derecho a diferir de alguno que otro libre pensador.

También se promueve desde el Estado, con la forma arbitraria de ingreso de un ciudadano a la Administración; con la violación del principio de libre competencia en las compras y contrataciones; con la discrecionalidad en la asignación de los salarios de los empleados públicos.

Pero es más preocupante si toca la libertad de expresión. Si se hace costumbre lanzar imputaciones personales contra periodistas y ciudadanos que disienten sobre temas de interés general. Al decir lo que se piensa hay que respetar el derecho ajeno, pero sin olvidar que la Constitución consagra como un deber fundamental del ciudadano contribuir al fortalecimiento y calidad de la democracia.

Que viva el derecho a disentir y la convivencia democrática. Como dijo Voltaire, gran defensor de la tolerancia y las ideas de la Ilustración: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
El autor estudió Comunicación Social y Ciencias Políticas. Se especializa en Asuntos Públicos en París, Francia.

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