No pensamos, ni actuamos igual

Hace unos días decidí eliminar algunos papeles, cuadernos, revistas, en fin, una serie de literaturas que ya no me eran útiles. Fue ahí cuando vi aquella carpeta en la cual fui colocando los mensajes que, por espacio de dos años, y a través…

Hace unos días decidí eliminar algunos papeles, cuadernos, revistas, en fin, una serie de literaturas que ya no me eran útiles. Fue ahí cuando vi aquella carpeta en la cual fui colocando los mensajes que, por espacio de dos años, y a través de mi correo electrónico, recibí en un tiempo de mi vida. Esas páginas permitieron que me diera cuenta de cómo se va desgastando el amor, se acaban las palabras lindas y se van volviendo indiferentes, cosas que solo meses atrás nos hacían estremecer y suspirar. En ese momento dejé lo que estaba haciendo y me senté a leer. Lo hice en el mismo orden en que había recibido, una y cada una de las correspondencias. No pude evitar entristecerme profundamente. ¿Cómo es posible?, me dije, que durante el tiempo de la conquista la gente se esmera en tantos detalles, regalan tantas palabras bellas y convierten a quien pretenden en el centro de su vida y sus atenciones.

Sin embargo, cuando ya ha pasado cierto tiempo de iniciada la relación, se olvidan los “te amo”, ya no eres “mi reina”, ya no vuelves a escuchar jamás un “te adoro”.

En mi caso, mientras más tiempo permanezco junto a quien amo, más lo amo, más palabras hermosas salen de mi alma, a través de mis labios, más lo extraño, por más tiempo quiero tenerlo a mi lado.

Algunas personas me acusan de infantil por asumir esta actitud; me recriminan y me dicen que las personas adultas no son así, que cuando se es maduro, cada cosa tiene su espacio y su tiempo, que es imposible que se pueda estar las 24 horas del día pensando en una persona. Sin embargo, sospecho que inmaduro es quien no está seguro de lo que quiere, ni de a quién quiere.

Aunque siendo justos, también es bueno aclarar que ciertamente no todos nos expresamos de la misma forma. El cambio de actitud no siempre obedece a falta de interés.

Entiendo que no siempre es falta de amor o de que las cosas ya no sean las mismas. Quizás esa sea la forma de demostrar que la relación ha madurado. Quizás esa sea la manera que tienen algunos de decir sin palabras, que la unión ha pasado a un plano superior, porque para ellos finalizó el tiempo de la idealización para dar paso a la realidad y han visto llegar el tiempo de poner los pies sobre la tierra.l

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