Y se acabó la Semana Santa

Vuelve Jesús de Nazaret a morir y resucitar como en cada Semana Santa. Regida por el calendario lunar, el próximo año iniciará el 29 domingo de marzo. Simboliza para los cristianos, el paso del mundo viejo al mundo nuevo. El pueblo…

Vuelve Jesús de Nazaret a morir y resucitar como en cada Semana Santa. Regida por el calendario lunar, el próximo año iniciará el 29 domingo de marzo. Simboliza para los cristianos, el paso del mundo viejo al mundo nuevo.

El pueblo Hebreo celebra las Pascuas en conmemoración de la víspera del Éxodo, en busca de la tierra prometida a Abraham. Para los seguidores de Jesús, es el paso del Cristo de la muerte a la vida.

El domingo anterior a la Pascua judía, llega Jesús a Jerusalén y es recibido como Mesías pero a la semana es condenado a muerte. Se recuerda la entrada triunfal a Jerusalén, la última Cena, la Crucifixión y la Resurrección del Cristo y durante el llamado Triduo Pascual (jueves, viernes y sábado) se realizan las celebraciones centrales. Es el asueto más largo del año y coincide con buen tiempo y agradables temperaturas.

Ha habido gran cambio en las celebraciones propias de la Semana Mayor, contrastando con un tiempo de recogimiento cristiano de un pueblo más simple, más apegado a sus tradiciones y costumbres y más cercano a los dictados católicos y de sus “pastores”. Se iniciaban el Viernes de Dolores, con el Vía Crucis, acercándose procesiones de feligresías distantes.

El Domingo de Ramos, retoños de palma con su verde-amarillo, para ser bendecidos con su alegoría a la entrada triunfal. Añorando orígenes, alguien dice “No se hablaba fuerte, no se peleaba, no se cantaban alabanzas ni Aleluyas; no se pelaban víveres ni quehaceres que requiriera cuchillo; no se escuchaba música y ni por la mente un “trago”. Clásicos la habichuela o maíz dulce o chacá. El viernes todo era silencio y ayuno, cuidando el ruido, hasta las doce de la noche donde se felicitaban por la resurrección del Señor.

El sábado ya era fiesta y en la noche a la bendición de la luz y el agua, en la misa más larga del año y la única sin liturgia”. Del mismo origen otra añade “La única salida era a misa y el viernes Santo amanecías muda hasta que hacías oficios en silencio y hasta bañarse. Si peleabas te quedabas pegado. No se encendía la radio” Otro de Ciudad Nueva en la capital, cuenta que “a las 10 am del sábado, se repicaba gloria y a partir de allí se quemaba el Judas, muñeco con estructura de metal, forrada de papel y lleno de fuegos artificiales que explotaba, con la algarabía de la muchachada.

Era entonces sábado de Gloria. El que hacía el amor en Viernes Santo corría el riesgo de quedarse pegao” Recuerda las 7 palabras en homenaje a las últimas 7 frases expresadas por el crucificado en su martirio, motivo de un largo sermón escuchado en silencio y sumisión. Las emisoras difundían música sacra y en la TV epopeyas religiosas, repetidas cada año. Las procesiones se sucedían y el pueblo acudía en masa a caminarlas. Se decía con énfasis: “lo judío crucificaron a Jesú”, confusiones que precisaron explicaciones. Y ahora, todo a ritmo de bachata, merengue, reguetón o denbou. l

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