García Márquez

Un ser extraordinario, por su obra y humanidad, que una tarde podía compartir como un simple alumno de su instituto de periodismo en Cartagena de Indias, y al otro día se reunía como un igual con un personaje como Fidel Castro, falleció el pasado&#823

Un ser extraordinario, por su obra y humanidad, que una tarde podía compartir como un simple alumno de su instituto de periodismo en Cartagena de Indias, y al otro día se reunía como un igual con un personaje como Fidel Castro, falleció el pasado jueves en su segunda patria, México, en el entorno que siempre prefirió, la familia.

Gabriel García Márquez, conocido en la literatura de todas las lenguas modernas, era uno de esos seres que deben vivir por siempre. Como memoria de la especie humana, para que contase con su gracia, belleza, riqueza, diversidad exorbitante y exuberante, mediante las cuales arrastraba en cascada inagotable a sus lectores a un mundo imaginario en el cual la realidad no tenía necesariamente que ser tal, en tanto conseguía construir un mundo de sueños, amores y tragedias.

Su fallecimiento apena a todos aquellos que conocieron su obra o su vida, su inmensidad creadora. A los colombianos, a quienes llenaba de orgullo por su contribución a la riqueza de la lengua hispana, a la cultura de Colombia. A México, país de acogida, y a todos aquellos pueblos a quienes amó por su derecho a la soberanía y a vivir en paz. Este escritor, que nos transportaba tan fácilmente a las fantasías, también conocía el dolor de los oprimidos.
Honremos la memoria de un Premio Nobel de la Literatura. l

Sonia Silvestre

Esta Semana Mayor nos ha dejado los habituales saldos lamentables. También pérdidas notables, como Sonia Silvestre, nuestra popular
artista, lo que es motivo de pesar.

Sonia llevó amor y deleite a los dominicanos. Muy formal y correcta profesional del canto, trabajó hasta la hora aciaga en que enfermó.

Quienes compartimos sus canciones “¿Dónde podré gritarte que te quiero?”, “La Tarde está llorando”, o “Canción a las Hermanas Mirabal” sabemos cómo estimulaba los buenos sentimientos y las razones profundas de los pueblos en la búsqueda de la felicidad.

Con su pérdida, nos unimos al dolor de su esposo José Betancourt y sus hijos Andrés y Eloísa Estela, familiares y allegados. l

 

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