Visiones sobre el Caribe: La esclavitud y sus implicaciones culturales

Sóngoro cosongo, de NICOLÁS GUILLÉN¡Ay, negra,si tú supiera!Anoche te vi pasar,y no quise que me viera.A él tú le hará como a mí,que cuando no tuve platate corrite de bachatasin acordarte de…

Sóngoro cosongo, de NICOLÁS GUILLÉN
¡Ay, negra,
si tú supiera!
Anoche te vi pasar,
y no quise que me viera.
A él tú le hará como a mí,
que cuando no tuve plata
te corrite de bachata
sin acordarte de mí.

Sóngoro, cosongo,
songo be;
sóngoro, cosongo
de mamey;
sóngoro, la negra
baila bien;
sóngoro de uno,
sóngoro de tré.

Aé,
vengan a ver
aé, vamo pa ver
¡Vengan, sóngoro cosongo,
sóngoro cosongo
de mamey!

Como expresé en el último artículo publicado, aproveché mi instancia en la ciudad de Mayagüez para ver las publicaciones y comprar algunas. Localicé un libro maravilloso titulado “Actualidad de las tradiciones Espirituales y Culturales y Africanas en el Caribe y Latinoamérica”, compilado por las investigadoras María Elba Torres, Marta Moreno Vega y Mónica Cortés. Fue publicado en el año 2010 por el Caribbean Cultural Center African Diaspora Institute (CCCADI), el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe y la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades. Esta obra, como dije, resume las ponencias del Primer y Segundo Simposio “Actualidad de la espiritualidad africana en Puerto Rico, el Caribe y Latinoamérica” celebrados en el año 2007. Cuenta con 13 ponencias, algunas de las cuales serán trabajadas en esta columna.

En esta oportunidad nos auxiliaremos del trabajo del Dr. Joseph C. Dorsey titulado “Cuba and the African slave trade to Puerto Rico in the nineteen century: sociocultural implication past and Presente”, que forma parte de una investigación más amplia titulada “Slave Commerce in the Age of Abolition: Puerto rico, West Africa and the Non Hispanic Caribbean, 1815-1859”, que fue publicado por la Universidad de Gainesville en la Florida en el año 2003.
La ponencia presentada se divide en dos grandes partes y una conclusión. En la primera parte titulada “Locating the past”, el autor habla sobre el tráfico clandestino de africanos en calidad de esclavos hacia Cuba y Puerto Rico durante los años comprendidos entre 1817 y 1845. Un negocio ya mal visto después de que se habían expandido las voces que clamaban por el fin de la trata de esclavos. Afirmaba que los esclavos que venían a estas islas tenían una muy baja esperanza de vida, porque la esclavitud “le consumía sus vidas”.

A pesar de las prohibiciones, el negocio no iba mal. Por ejemplo, señalar Dorsey, en año 1825 Cuba recibió unos 13,800 esclavos y Puerto Rico cerca de 6,000. Años después el negocio humano siguió creciendo, tanto que en 1836 los mercaderes cubanos habían recibido y vendido más de 20,200; y en Puerto Rico unos 7,000.

En la segunda parte del trabajo, el Dr. Dorsey hace una interesante reflexión sobre el impacto que dejó a nivel de la cultura en ambos países la presencia de estos miles de esclavos provenientes de África, el impacto, como decía el autor, fue más allá de los aspectos agrarios y fiscales. Un elemento diferente entre ambos lugares de recepción de esclavos es que mientras en Cuba aunque fue mayor la población esclava provenían de las mismas regiones, a diferencia de Puerto Rico, con menor número de esclavos recibidos, pero de orígenes muy heterogéneos.

Este aparente simple hecho demográfico tuvo un gran impacto a nivel cultural, pues como dice el autor, a Puerto Rico los esclavos provenientes de Sierra Leona trajeron consigo el “gangá”; mientras que los nigerianos llevaron a sus estancias el “carabalí”.

La religiosidad popular se vio teñida de un especial sincretismo católico y africano, de este encuentro de cultura nacieron las “cofradías” en Puerto Rico, sociedad de ayuda mutua con una apariencia simbólica hispana, pero que en la práctica, no publicitada, existía un sistema de creencias y sistemas espirituales inspirados en África. ¿Estas cofradías eran auténticamente africanas? No, claro que no, responde el autor, pero su influencia es evidente. El folklor de estas islas evidencia claramente la influencia:

Tu padre, carabalí
Tanto tiempo en Puerto Rico
¿Por qué hablas así?

De Fajardo a Cabo Rojo,
Pasando por Manatí
Quien no tiene de Congo
Tiene de Carabalí

Al respecto, Carlos Esteban Deive [i], sostiene, refiriéndose a la influencia africana, que junto a la española han sido las predominantes; sin embargo, es crítico con los africanistas irracionales que no reconocen la compleja mezcla de razas y culturas:

Los grupos étnicos que proporcionarán el mayor caudal de rasgos y complejos a la cultura nacional son el español y el africano, con una evidente e indiscutible prevalencia del primero sobre el segundo a pesar de la opinión de algunos sociólogos e historiadores, cuya posición antiespañola los lleva a menospreciar la preponderancia hispánica para encumbrar las influencias ejercidas por los esclavos de distintas naciones africanas. Esta falsa actitud ha de ser vista, sin embargo, como una reacción frente a la ideología de la clase burguesa y españolizante, en la cual los prejuicios raciales, unidos a una incomprensión del pasado, teñida de etnocentrismo y que las invasiones haitianas del sigo XIX acrecentaron al máximo, impidieron valorar justamente el rico fondo etnográfico del esclavo africano, y, en consecuencia, sus contribuciones a la cultura vernácula.[ii]

Afirma el historiador e investigador que la presencia africana en la isla La Hispaniola, data de los primeros años de su descubrimiento, pues ya en 1503 existía un número suficiente de esclavos suficientes para pensar en huir y rebelarse. Como era usual, los esclavos traídos a Santo Domingo procedían de diversas zonas de África y, por tanto, pertenecían a culturas diferentes.
Así pues, sigue diciendo Deive, el negro africano llegó a Santo Domingo y dejó su impronta cultural, en sus palabras:

Remanentes culturales africanos se observan en Santo Domingo en muy diversos aspectos: música, baile, creencias mágico-religiosas, cocina, economía, diversiones, hábitos motores, lenguaje, etc. Un estudio pormenorizado de esos remanentes está todavía por realiza a pesar de los intentos parciales llevados a cabo hasta ahora por algunos investigadores. Es necesario además precisar la procedencia tribal de los esclavos, y una historia más documentada de la esclavitud en Santo Domingo debe emprenderse de inmediato.[iii]
Afirma que la mayor influencia del esclavo africano puede observarse en la música y baile. Por ejemplo, escribía, las danzas como la calenda, se practicaban en Santo Domingo, como en otros lugares de América, desde los años iniciales de la esclavitud. De esta danza derivan, según los trabajos de Fradike Lizardo, los bailes como: la sarandunga, los congos, la jaiba, el chenche matriculado…

En materia mágico-religiosas dominantes entre las populares, especialmente las campesinas, es donde el sincretismo cristiano-africano se manifiesta de manera más visiblemente. El vodú, por ejemplo, dice Deive, es de procedencia haitiana, pero tiene sus propias características. Asimismo, los ritos funerarios contienen también muchos aspectos de ascendencia africana, como por ejemplo, el baquiní o velorio del angelito.

En el campo económico, sigue afirmando el historiador Deive, se destacan las instituciones de ayuda mutua, tanto en los campos como en las ciudades. En la zona rural, estas instituciones “se presentan en forma de agrupaciones de campesinos que se reúnen para colaborar en determinadas faenas agrícolas, como siembras, talado de bosques, preparación del terreno, etc. Reciben el nombre de juntas o convites…” [iv]A nivel gastronómico, nuestra cocina tiene platos de procedencia africana, como por ejemplo: el guandul, el ñame y el funde.

El investigador se hace la pregunta ¿pertenece la cultura dominicana a lo que se conoce como el “área cultural” del Caribe? La respuesta no se deja esperar. Y con esta reflexión finalizamos esta entrega. Como verán, y repetimos de nuevo, el Caribe es una mezcla entrañable, diversa, dispersa e increíble de razas y culturas:

La expresión “área cultural” es un artificio inventado por los antropólogos para designar un espacio geográfico dentro del cual conviven pueblos que presentan culturas más o menos parecidas. Ahora bien, lo que llamamos “Caribe” ha sido delimitado de diversas maneras. Ciertas clasificaciones hacen comprender en él solamente a las islas que bañan el mar de las Antillas y el Atlántico, pero otras incluyen Centroamérica y la costa norte de Sudamérica. Por otra parte, lo que Wagley denomina “la esfera de la Plantación”, cuyos rasgos define a partir fundamentalmente del Caribe, abarca no sólo las zonas señaladas, sino también el sudeste de los Estados Unidos.

Es obvio que la cultura dominicana en nada se asemeja a la centroamericana, ni a la del sudeste norteamericano, y los rasgos que comparte con los países de la costa norte de Sudamérica son bien pocos. Habría entonces que delimitar el espacio del “área cultural” del Caribe, para que en él pudiese tener cabida la cultura dominicana a las dos Antillas: las mayores y las menores. Pero las primeras incluyen a Jamaica, cuya cultura es muy diferente a la nuestra, y en cuanto a las segundas, colonizadas por diversas potencias europeas, apenas es posible observar ciertos rasgos comunes. Tal vez los dos únicos países que más se parecen culturalmente al dominicano sean Puerto Rico y Cuba y, en menor medida, Haití.[v]

[i] Carlos Esteban Deive, NOTAS SOBRE LA CULTURA DOMINICANA, Artículo aparecido en Boletín del Museo del Hombre Dominicano – Año VIII, Núm. 12.
1979).http://www.jmarcano.com/mipais/cultura/deive.html
[ii] Ibídem
[iii] Ibídem
[iv] Ibídem
[v] Ibídem.

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