La madrugada del pasado domingo ocurrió lo que advertí en una serie de tres artículos publicados en esta columna.¿Qué advertí? Que Saúl -Canelo- Álvarez iba a derrotar al cubano Erislandy Lara.
Bueno, dirían algunos lectores que mi vaticinio no fue del todo certero. Porque escribí que Canelo Álvarez iba a noquear al cubano.
Pero, en la tercera entrega, precisé que el estelar boxeador mexicano ganaría por cualquier vía. Es decir, que si no noqueaba a Lara, pues se iba a llevar el triunfo por decisión. ¡Canelo ganó por decisión!
El boxeo es “el arte de conectar golpes y no recibir golpes”. Pero el señor Lara, quien semanas antes de la pelea habló hasta por los codos, mucha vocinglería, se manifestó siempre como todo un necio parlanchín, interpretó mal la definición.
Quien fuera un exitoso púgil del pugilismo olímpico, cree que “el boxeo es el arte de correr por todo el cuadrilátero y no recibir golpes”. Correr fue lo que hizo Lara.
Dos oficiales votaron 115-113 y 117-111 a favor del mexicano. Un tercer juez, el más errático, dio el triunfo a Lara 115-113. Mi tarjeta. 116-112 a favor de Álvarez.
Mi advertencia
Copio algunas líneas de lo que escribí para analizar la pelea Canelo Álvarez-Lara.
Aquí están las líneas:
“En el análisis de una pelea deben citarse las estrategias. Es decir, el plan de combate diseñado por los entrenadores.
Se tiene la seguridad, porque no debe ser secreto, que Lara trabajará como es su costumbre: escurridizo, danzar, pelear a la media y larga distancia, utilizar con frecuencia su jab (con la derecha, ya que es de guardia zurda) y nunca irse al cuerpo a cuerpo.
Evitar que la anestesiante pegada de Canelo llegue a su cara. Pero que tampoco los puños del mexicano penetren a los planos bajos. De ahí que nunca lo veremos desafiante”.
Fue justamente lo que hizo el escurridizo púgil cubano. Después de todo, así evitó el nocaut.
