El enorme reto del Tribunal Constitucional

En materia constitucional, en los últimos años hemos vivido grandes cambios que impactarán bastante en nuestro futuro.

En materia constitucional, en los últimos años hemos vivido grandes cambios que impactarán bastante en nuestro futuro. Se han roto barreras otrora inimaginables. Estamos cruzando el puente, dejando atrás descuidos imperdonables, lo que debimos hacer hace tiempo. Ya no gateamos, empezamos a caminar, aunque todavía cojeando, pero con ánimo y esperanza de que nuestras pisadas cada día serán más sólidas.

Uno de los protagonistas de esta transformación es el Tribunal Constitucional (TC). Muchas de sus sentencias impactan en el ánimo colectivo, y encienden pasiones y presiones de todo tipo. Por ello es necesario tener allí jueces que además de contar con sólidos conocimientos jurídicos, sean responsables, visionarios, inteligentes y conocedores de nuestra sociedad. En este orden, los dominicanos podemos dormir confiados.

Pienso, como de seguro la mayoría, que los miembros del TC están dispuestos a cumplir su deber, que son ciudadanos preparados, aunque en ocasiones no estemos de acuerdo con sus decisiones.

En su momento, en fértil discusión, tuve opiniones encontradas con algunos de sus jueces con relación a la famosa sentencia 168-13, sobre la nacionalidad. Les expresaba que la decisión era excelente, salvo ciertos puntos discutibles, como el de la irretroactividad de la ley (yo entendía que debía ser desde el año 2010 en adelante), establecer si la nacionalidad era un derecho o algo soberano de cada Estado y su repercusión internacional.

Ahora el TC tiene el gran reto de fallar sobre la constitucionalidad o no del Reglamento 250-14 para la aplicación de la Ley 169-14 que establece un régimen especial para personas nacidas en el territorio nacional inscritas irregularmente en el registro civil dominicano y sobre naturalización.

El gobierno ha indicado que el objetivo del reglamento es garantizar la aplicación estricta, objetiva y eficaz de la ley 169-14, para que beneficie a quienes corresponde legítimamente, al tiempo que establece los controles necesarios para evitar cualquier abuso de la misma.

El TC es un órgano jurídico, pero también político (no en el sentido partidista). Para tomar una decisión debe analizar detenidamente múltiples factores propios de una realidad local y externa. Salvo algunas voces que tendrán sus razones para protestar, el país, las naciones extranjeras y los organismos internacionales están conformes con la Sentencia y el Reglamento señalados.

Sin dudas, Danilo Medina buscó un prudente equilibrio para que el tema no nos explotara en las manos. Los números pronto hablarán. Pero aunque no estemos entregando nuestra soberanía, no olvidemos mantenernos alertas para no quedar debilitados como nación.

Nuestro TC debe declarar constitucional el Reglamento 250-14, por la paz del país y para que nos dejen tranquilos al menos por ahora. En caso contrario, aquí no habrá sosiego y quién sabe lo que ocurrirá.

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