El Presidente ante el país

El Presidente Danilo Medina interactuó ayer con los periodistas. Y de nuevo saltó el tema que más intriga: la reelección presidencial.

El Presidente Danilo Medina interactuó ayer con los periodistas. Y de nuevo saltó el tema que más intriga: la reelección presidencial.Hay tantas lecturas como para hacerse trajes a la medida, a conveniencia. Se podría decir que el Presidente dejó abierto el tema de la reelección cuando afirmó que no puede impedir, como es parte de la tradición política vernácula, que lo promocionen. Al mismo tiempo observa que las elecciones tienen el inconveniente de que están precedidas de plazos fatales y sugiere que en no menos de 15 meses antes de las mismas estará definiendo su actitud, con lo que podría dar aquiescencia a quienes hablan de su reelección (“… pero yo creo que debo someterme a los plazos y llegado el momento yo voy a emitir mi opinión, si es que todavía la requieren, acerca de ese tema…”).

Un jefe de Estado, en una nación como República Dominicana, no suele correr el albur de proclamar, a mitad de gobierno, que definitivamente no optará por reelegirse, no importa que la Constitución lo prohíba. La cultura y la tradición sugieren que inmediatamente empieza a producirse una corriente migratoria desde su litoral hacia determinados liderazgos, del propio partido, o de otros.

Un presidente cauto puede decir: “No optaré por la reelección”, cuando comienza, pero siente que corre el riesgo del aislamiento, lo mismo que su equipo, si hace semejante pronunciamiento inmediatamente después del segundo año de gobierno.

Sin embargo, si bien sus señales empiezan a ser confusas, cuando habla de su entorno familiar, de los deseos de sus hijas, podría indicar que preferiría no continuar más allá de lo que le impone el deber.

Y otra vez el político: “… Como militante del PLD, yo haré lo que el PLD decida y el candidato que el PLD tenga, será el candidato mío, de eso que no quepa la menor duda”.

La reelección apasiona, pero el Presidente también reafirmó su compromiso en el combate de la pobreza, la inseguridad, mantener el equilibrio macroeconómico, encarar el angustiante déficit del servicio eléctrico, un necesario ajuste salarial y la inquietante deuda pública.

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