Las demandas del sector industrial

La Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) está en una especie de campaña permanente en procura de que en el país se adopte una política industrial.

La Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) está en una especie de campaña permanente en procura de que en el país se adopte una política industrial.En los diferentes foros en los que participa la agrupación, a través de sus voceros autorizados, el tema de la competitividad para el sector está en primer plano.

El Congreso de la Industria, charlas y conferencias en distintos escenarios, el reciente almuerzo de la Cámara Americana de Comercio han sido eventos que la AIRD ha utilizado para que su voz se exprese, aunque al parecer no necesariamente se le escuche.

En la última tribuna tomada por el sector industrial dominicano -el almuerzo de la Cámara Americana-, los reclamos y quejas externados estuvieron rodeados de un cierto dejo de crítica y hasta de desconcierto.

La presidenta de la AIRD, Ligia Bonetti, se quejó de que en el 2010 el Gobierno contrató al economista Jacques Attali, quien en lo que luego se conoció como el “Informe Attali” recomendó siete iniciativas a ser empleadas de inmediato, pero lo que se hizo fue engavetar las sugerencias.

También criticó que a casi tres años de aprobada la Estrategia Nacional de Desarrollo, la mayoría de los preceptos acordados se encuentran en un rumbo incierto, y que al país se le está haciendo demasiado tarde para lograr los indicadores establecidos en la propia estrategia.

El centro del planteamiento de la presidenta de la AIRD pareció estar ubicado en la pregunta que formuló la presidente de la agrupación: ¿Puede desarrollarse la industria de un país sin una política industrial?

La dirigente industrial también destacó que desde hace una década la AIRD viene abogando por una redefinición profunda del modelo económico que se ha implementado, sugiriendo una política industrial efectiva e impulsora de un desarrollo sostenible, con mayor empleo formal, más exportaciones y mayor cohesión social.

Las autoridades deberán, mientras sea posible y sin rendirse, escuchar a los industriales, pues parece que también ellos tienen su propia historia.

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