Una conocida expresión del refranero popular, llevada incluso al sublime mundo de la música, reza que “si siguen apretando la tuerca, se va a correr la rosca”. Y otra más señala que “tanto da la gota sobre la piedra hasta que hace el hoyo”. Ambas frases, junto a aquella de que “lo mucho hasta Dios lo ve”, retratan de cuerpo entero la triste realidad por la que está atravesando en la actualidad el pueblo venezolano, por las posiciones rígidas e intransigentes de la clase política (gobernantes y gobernados) que han antepuesto sus intereses muy particulares a los de la sociedad venezolana en su conjunto. Cuento con viejos y grandes amigos y colegas en la nación de Bolívar, y lo que me cuentan parecen trazos de la imaginación más fértil. “Lo que les llega a ustedes por las agencias y televisión no es nada comparado con la realidad que estamos viviendo”, me aseguró uno de mis amigos, viejo condiscípulo de la celebrada fuente continental del conocimiento periodístico que es Ciespal. “Lo grave”, me escribió otro amigo, “es que las instancias internacionales correspondientes van a querer meter su mano para resolver lo que pasamos después que haya un ya casi inevitable baño de sangre”. Lo cierto es que debemos poner el ojo en Venezuela, un país rico pobremente administrado, como dijera el presidente Joaquín Balaguer en la campaña electoral de 1986 de la República Dominicana de entonces. Oremos por la patria de Bolívar y su futuro, porque a la vista, todo luce color de hormiga…
Con Faride
La diputada Faride Raful es una dama agradable, menuda, sencilla, inteligente, sensible, expresión sublime de la hermosura de la mujer dominicana. Además, ejerce la política con decencia y respeto, tal cual de la conocida estirpe familiar de donde procede. Su voz es la de muchas mujeres que no tienen voz. E independientemente de su militancia, no merece ofensa irreverente alguna por decir lo que siente, aunque no se esté de acuerdo con ella…