¡Respetemos la propiedad pública! (1 de 2)

Cuando se transita por el puente Juan Bosch, sobre el Ozama, inevitablemente surgen muchas inquietudes. La primera se relaciona con la impactante impresión que se siente al observar los daños a la verja de metal que protege a los usuarios de la…

Cuando se transita por el puente Juan Bosch, sobre el Ozama, inevitablemente surgen muchas inquietudes. La primera se relaciona con la impactante impresión que se siente al observar los daños a la verja de metal que protege a los usuarios de la vía peatonal de una caída al río, por efecto del abandono y el hurto. La segunda tiene que ver con la evidente indiferencia municipal que ello supone ante la destrucción de un bien público de tanto uso e importancia.

Muchas otras obras públicas se encuentran por idénticas razones en igual situación, lo cual es alarmante. La ocurrencia interminable de una serie de robos de cosas sin valor aparente, conlleva irremisiblemente a la pregunta: ¿Nos estamos convirtiendo por la situación económica en una nación de cleptómanos? La idea es aterrorizadora. Pero crece en la mente de muchos dominicanos desazonados por estos hechos insólitos que evidencian, sobre todo, el poco respeto que existe entre nosotros por la propiedad ajena.

Hace ya algún tiempo, este diario publicó la desmoralizadora noticia de que alguien había hurtado la placa de bronce con la que el país recordaba al mundo el lugar donde Colón había amarrado una de sus naves al descubrir la isla. Las calles y plazas de la ciudad están llenas de huecos producidos por el robo de alcantarilladas y tapas de hierro. Personas, de distintas edades, han sufrido las consecuencias de esta malsana y deshonrosa práctica, al caer en los hoyos dejados al descubiertos por la sustracción de esos objetos metálicos, que no estaban allí sólo con fines ornamentales sino cumpliendo con una función de indiscutible utilidad para los ciudadanos. En las avenidas y autopistas, se sustraen los llamados “ojos de buey”, que sirven como sustituto de la iluminación en las noches y como delimitantes de los carriles por donde debe fluir el tránsito vehicular, lo cual nos está creando muy mala fama.

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