La ministra de Salud Pública comenzó su misión oyendo, averiguando y consultando a los actores del sector. Situó en un lugar especial a los médicos a través de su colegio, y aparentemente han llegado a un consenso acerca de lo que debe hacerse para resolver los problemas que afectan el servicio y particularmente a quienes lo demandan.
La consulta es un método bastante asertivo porque permite tener un conocimiento directo y rápido. No hay que nombrar comisiones de expertos. A viva voz se escucha a todo el que tiene algo que aportar. Empíricamente se tiene acceso a las informaciones puntuales.
Por ese camino, la ministra Altagracia Guzmán Marcelino puede lograr resultados, pero es necesario hacer alguna precisión.
Lo primero es que al margen de las decisiones que esté tomando o haya adoptado, ha encontrado una base que es clave para alcanzar los propósitos: los médicos, o su colegio, que ahora tienen una actitud proactiva.
Los médicos se han empoderado del problema y muestran que quieren ayudar. No se ha encontrado la ministra con un gremio que pone en primer plano la cuestión salarial, pese a que es una demanda permanente. Después de la crisis del hospital Robert Reid Cabral se han centrado en mejorar las condiciones de los hospitales, y con ello, el servicio.
Todo esto para afirmar que algo parecido necesita el ministro de Educación, Carlos Amarante Baret. Los profesores tienen que ser aliados del Ministerio para alcanzar las metas del sector educativo oficial.
Sin los profesores, el Ministerio no avanzará en la dirección adecuada. La República podrá ser llenada de aulas, pero si Amarante Baret no logra un compromiso serio de trabajo con la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) y todas sus tendencias, será muy difícil.
Desde esa perspectiva, no estaría de más que se abra un nuevo proceso de diálogo en Educación, especialmente entre los maestros y el ministro, pero eso tiene que ser para ver todos los problemas, constructivamente, no sólo para hablar de aumento salarial.
