Uso de tecnología y la visión estatal son clave para agricultura

Para un país ser exitoso en su producción agrícola, el uso de tecnología en los procesos y la estabilidad de los técnicos que poseen las instituciones públicas del ramo agropecuario son dos puntos fundamentales.El primero garantiza…

Para un país ser exitoso en su producción agrícola, el uso de tecnología en los procesos y la estabilidad de los técnicos que poseen las instituciones públicas del ramo agropecuario son dos puntos fundamentales.

El primero garantiza la obtención de mejores cosechas y más rentabilidad, como consecuencia de la reducción de los costos, y el segundo permite que la asesoría y acompañamiento de los expertos sea permanente en las fincas y zonas productivas.

Históricamente, uno de los elementos negativos que se cita, cuando se aborda el tema, es que con la colocación de un nuevo funcionario se origina una suerte de “huracán” en la institución donde éste llega, que se lleva de paso al personal calificado, que ha sido preparado en gran manera con recursos del propio Estado. No siempre los sustitutos reúnen el mismo perfil de los que se han ido.
“Incluso, en muchas de las instituciones del ramo agropecuario, no necesariamente en esta gestión, sino en muchas anteriores, se han firmado acuerdos para mejorar la producción agrícola que luego quedan sin seguimiento por esos cambios que se originan”, indica un conocedor del tema.

República Dominicana produce el 85% de los alimentos que consume, de acuerdo a datos de agencias del Gobierno y de instituciones internacionales con presencia en el país. Sin embargo, la ausencia de tecnología en las labores de siembra, cultivo y recolección de los principales rubros es todavía una de las debilidades que deben superarse. No es lo mismo sembrar el arroz de manera manual o artesanal en un terreno, que hacerlo de forma mecanizada. Y ese procedimiento (el manual) es empleado aún en la mayor parte de las fincas que tiene República Dominicana de ese cereal. Lo mismo ocurre con otros cultivos. El productor Oliverio Espaillat Bencosme, expresidente de la Federación Nacional de Productores de Arroz, resalta las ventajas de trabajar con inteligencia y con los aparatos requeridos para cada caso. Espaillat Bencosme conoce del tema, lleva años cultivando la tierra y acaba de estrenarse en la siembra mecanizada de arroz en Las Canas, provincia Sánchez Ramírez, con unas 2,000 tareas, aunque el número al que llegará en esta primera etapa son unas 3,000 tareas.

Hay ventajas cuando se compara esta tecnología con el trasplante manual, por ejemplo, en ahorro de costo, porque el mecanizado ayuda más, en adición a que la siembra es de mayor calidad, tiene más precisión y se hace con más rapidez. Mientras para sembrar una tarea de manera manual se requieren 20 libras de semilla, cuando el proceso se hace mecánicamente se resuelve con seis libras. Otro elemento positivo es que la planta no se maltrata y los semilleros se preparan en bandejas. Las plantas llegan con todas las raíces al terreno, lo que indica que la planta llega sana y se puede trasplantar a los 15 días. Cuando el proceso es manual, hay que esperar que la planta tenga unos de 30 días para colocarla en tierra.

Espaillat Bencosme en la cosecha anterior (la que sembró a mano) obtuvo un rendimiento de 500 kilos por tarea, pero partiendo de la distribución de las plantas que hizo recientemente de manera mecanizada prevé obtener entre 550 y 600 kilos de arroz por tarea.

Bernardo Martínez es otro productor del país, pero en este caso, de cebolla y por años estuvo ligado a una federación de productores de ese rubro. Martínez destaca la necesidad de que las siembras se realicen utilizando aparatos porque eso le permite ahorrar dinero y tiempo. Sin embargo, en la comunidad donde reside, ubicada en la provincia Peravia, los procesos son aún manuales. Apenas algunos productores que residen en Paya, Baní, siembran la cebolla a través de la tecnología. Para un pequeño productor no es fácil ponerse a tono con las exigencias de estos tiempos, pues cada cosa cuesta mucho dinero, dice Martínez.

El BID se ha interesado en el tema y ha invertido

Mientras un productor de cebolla de Baní necesita varios hombres para sembrar algunas tareas (uno para que distribuya la semilla y otros para que la introduzcan a los hoyos y para que tapen esos agujeros), otro productor de una zona distinta consultado por elCaribe hace el mismo proceso con menos obreros, una máquina y en un tiempo menor.

Hace varios años el Gobierno concertó con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el préstamo número 2443/OC-DR, por un monto de US$34.3 millones, del cual US$4.3 millones correspondían a la contrapartida local, para financiar la ejecución del Programa de Apoyos a la Innovación Tecnológica Agropecuaria (PATCA II). Ese programa ha tenido varias etapas, consideradas como exitosas.

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