Un nuevo modelo

Nueva vez el doloroso lastre: el 40% de la población dominicana en situación de pobreza, y 7% en pobreza extrema, cobra vida y golpea duro en el rostro de todos. Se torna trascendente si la evoca un organismo internacional. Pero es una realidad…

Nueva vez el doloroso lastre: el 40% de la población dominicana en situación de pobreza, y 7% en pobreza extrema, cobra vida y golpea duro en el rostro de todos. Se torna trascendente si la evoca un organismo internacional. Pero es una realidad con la que convivimos y nos acostumbramos. El contraste, una economía pujante, con más de diez años de crecimiento continuo que no logra disminuir en los términos deseados tan terrible realidad.

El presidente Danilo Medina planteó de nuevo la necesidad de revertir ese cuadro como una responsabilidad del liderazgo en América Latina a partir del desarrollo de las fuerzas productivas. La cuestión reside en cómo lograr que la riqueza, que el crecimiento, la prosperidad llegue a todos. Es la mentada equidad.

La pobreza que avergüenza no tiene soluciones fáciles. Por momentos la simplificamos con un cambio radical en los términos filosóficos de la gobernabilidad. Transformaciones profundas que agotaron un modelo, todo un paradigma de justicia social, no pudieron ni han podido resolverla.
Aún en los países más desarrollados que logran superarla, cíclicamente, y en atención a los cambios en la economía global, segmentos importantes de ciudadanos desmejoran sus condiciones de vida. Pasan a la pobreza.
Naturalmente, entre esa pobreza fluctuante de los países ricos a los niveles de pobreza rampante en países como el nuestro, hay una gran diferencia. ¿Sistémica? ¿Estimulada por un liderazgo que no ha cumplido con su responsabilidad, que propicia la corrupción e imposibilita que los bienes y servicios lleguen a todos? ¿Rezagos marcados a consecuencia de la marginalidad y la exclusión, de generación en generación? ¿Un modelo inequitativo, que genera una alta concentración de la riqueza, que ni siquiera es decente con la justipreciación del salario? ¿Empleos que no ayudan a la gente a superar el hambre y más bien contribuyen a perpetuar la injusticia social?
Todas estas interrogantes sugieren que quienes están en capacidad de decidir y dicen comprender los grandes problemas hurguen en sus conciencias. No es decir: Esto debe cambiar. Es tener la visión y el sentido para construir un modelo que nos libere de tantas miserias.

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