La cuota

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Pavel Isa Contreras nos hizo recordar ayer un punto de vista que data de más de diez años, acerca de la inevitable presencia de una cuota de trabajadores extranjeros en una economía que acusa tendencias al crecimiento, al lado de otra muy marcada por una honda depresión socioeconómica que la acerca a la insostenibilidad.

Esa cuota está vinculada a un crecimiento que en alguna medida se fundamenta en el uso intensivo de mano de obra relativamente barata y a cambios en los hábitos de vida de los dominicanos.

Isa Contreras plantea que “disminuir o modular la dependencia de la fuerza de trabajo migrante y diversificar mercados de exportación son opciones de política a considerar, y para ello hay un menú de políticas migratorias, laborales y comerciales”. Su conclusión aplicaría si racionalizamos que requerimos esa cuota de inmigrantes.

En el sector construcción no se vislumbra ninguna posibilidad de sustituir esa fuerza laboral. No es un problema necesariamente de salarios ni
desempleo en el país. Tiene que ver con los cambios de los últimos 50 años. Lo anterior aplica también para la agricultura. Continuará requiriendo ese insumo. Un proceso de mecanización y de reforma en las prácticas agrícolas no se vislumbra en plazos deseables.

Las migraciones internas, unidas a las corrientes migratorias globales, a las expectativas de mejorías entre los dominicanos y a los procesos de entrenamiento de la fuerza laboral nativa, obligarán al uso de más trabajadores no calificados. La regla de la demanda se impondrá, pero los factores políticos y estratégicos no pueden ser ignorados.

Dada la presión de los migrantes, la realidad del mercado y el intercambio económico, resultará inevitable que el país siempre reciba un flujo de ciudadanos del Oeste. Hablamos de la cuota requerida por la economía. La que hemos tenido irregularmente, debe llegar, pero regulada.

La sentencia 168-13 del TC, la Ley de Naturalización 169-14 y el Plan de Regularización de Extranjeros sentaron las bases. Para que haya virtuosismo en todo eso se requerirá la colaboración seria del gobierno haitiano, un control fronterizo nacional firme y continuidad en la aplicación de la ley de Migración.

Pero la cuota es inevitable. 

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