Esencia del conductor dominicano

Creo en la teoría de que la forma como se comportan los conductores de vehículos en calles, avenidas y carreteras,  refleja mucho de la sociedad donde actúan. Su conducta es una expresión casi radiográfica de la interacción colectiva e individual.

Creo en la teoría de que la forma como se comportan los conductores de vehículos en calles, avenidas y carreteras,  refleja mucho de la sociedad donde actúan. Su conducta es una expresión casi radiográfica de la interacción colectiva e individual.

Sin precisar de  hipérboles científicas ni de profundidad teórica con aval académico, podemos concluir que la sociedad dominicana se relaciona de manera ultra caótica y mega desordenada, siendo difícil,  para los “cienciólogos”, llegar a conclusiones lineales, aún bajo premisas de las teorías del comportamiento. El conductor criollo es “asigún” y se adapta al caótico desplazamiento que las “autoridades” se empeñan en complicar.

Se ha identificado al conductor de vehículos públicos, como máxima expresión de la “anti ley”, con hábitos al  manejar, en la “orilla” de los textos legales y más hoy, cuando un “sindicalista” da órdenes, “estruja” y desafía a cualquier oficial de la maltrecha Amet, cuerpo especializado cuyas intenciones iniciales perdieron el rumbo, convirtiéndose en una maraña inentendible, de accionar y norte extraviados, sustitutos caprichosos de lo que la ingeniería de tránsito diseñó, teniendo en cuenta factores que estos sujetos, pisotean olímpicamente.  
El complejo desplazamiento vehicular se encuentra salpicado hoy de los motores, práctico artefacto de transporte individual, convertido, por la magia dominicana que todo lo degrada o lo desvirtúa, en máquina de transporte colectivo o torpedo kamikaze de aparición inesperada dirigida por un suicida sin conciencia, que no logra entender que él, es el chasis. Como “venganza” japonesa a las atrocidades de Hiroshima y Nagasaki, llenaron nuestro mundo de desquiciadas sustitutas del burro, la carreta y el caballo, por estériles motores, con manifestaciones de plaga. La Vespa italiana fue desplazada de manera inmisericorde por la Honda 50 y luego la 70.

Posteriormente la masiva importación de esas máquinas de “segunda mano” inundó nuestro mercados y vías y se “enganchó” el dominicano al mundo del desplazamiento masivo de forma individual. Los chinos han sacado particular provecho de esas máquinas de desplazamiento, en vistosas masas “desechables”de plástico y metal y de precios reducidos.

El girar, a la izquierda o derecha en intersección alguna, puede devenir en “encuentro cercano del tercer tipo” con algún desaprensivo que conduce como la “jonder’diablo” entre usted y el contén o entre vehículos, tentando la suerte y el equilibrio. ¡Ah! y se trata de un sujeto dueño absoluto de la razón, el espacio, el derecho y la “preferencia”. Aunque le asistan la razón y el derecho, toda colisión con motoristas termina inexorablemente  en perjuicio absoluto para el conductor de vehículos de 4 ruedas o más.  Pobre de usted sin en un accidente con un vehículos de estos, conductor a pasajero sale con un “raponcito”, que “aí va uté a sabé que el ga pela”. l

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