A Leonel, una carta

Las obligaciones de estas líneas comienzan por la declaración de una preocupación que se hace dolor. Quizás sea de buen tono figurar como despreocupados cuando de mostrar las espuelas de un inveterado machismo se trata. Y de mi parte no es ni…

Las obligaciones de estas líneas comienzan por la declaración de una preocupación que se hace dolor. Quizás sea de buen tono figurar como despreocupados cuando de mostrar las espuelas de un inveterado machismo se trata. Y de mi parte no es ni puede ser así. Usted ha sido mi amigo de casi una vida, lo que ninguna circunstancia puede borrar. Y la amistad, sin que importen para nada sus gradaciones y circunstancias, es en pocas palabras el amor que únicamente quiere amar, por eso no exige ni se propone nada fuera de una lealtad que damos porque sí, y punto y se acabó.

Sin embargo, por encima de lo personal están los principios y la objetividad. Lo general de una convicción es la necesaria camisa de fuerza que define y organiza una elección moral. Por eso fuimos peledeístas, hablo de un PLD de fundamentos que sólo ha continuado existiendo en la terquedad que en nuestro coleto algunos atesoramos hoy. ¿Vale entonces la pena seguir el curso de un pensamiento por un cauce que nos hará discutir?

Creo que no.
Por el segundo punto, la objetividad es el reto que nos impone el rigor de observar lo que es tal y como existe y se presenta, sin juicios ni valoración alguna de nuestra parte, para que lo que veamos como real sea estrictamente la verdad radical, sin tamices, sin veladuras, sin rastro de injerencia alguna de nada que distorsione al objeto de nuestra atención.

Mire usted el caso que enfrenta a dos facciones totalmente polarizadas dentro del PLD. Cada una tiene un líder con méritos sobrados y un historial político que poquísimos o nadie está en capacidad de exhibir.

Olvidemos olímpicamente la historia reciente que divide y parcializa. Aunque sea muy cierto que lo pasado explica con creces las turbulencias de lo presente, no es posible hacer la menor referencia de los percances acontecidos para no distraer la mirada que por lo sano debe aclarar.

El presidente Medina puso en escena una forma distinta de gobernar. Que surgiera de las entrañas de su carácter o que fuera una táctica repensada mil veces, se queda en un barrunto irrelevante. Lo cierto y palmario es que puso al pueblo a su favor.

Es absolutamente falso que las encuestas hayan falseado nada planteando una coyuntura electoral tan díscola como mendaz. Los resultados han sido corroborados una y otra vez con una precisión mecánica que asusta, tratándose de una disciplina a merced de variables tan aleatorias como todo lo que surja de la opinión general.

La aceptación de Danilo Medina, convertida en fenómeno, deja de una pieza a cualquiera, pues se ha salido hasta del contexto continental. ¿Un presidente con el escándalo de semejantes puntajes y de manera rotundamente sostenida en una friolera de meses que no dejan lugar a dudas de la firmeza de su popularidad?
Hay un escollo constitucional que la misma Carta Magna dice y explica cómo el mismo puede cambiarse. Pero en el caso de las circunstancias actuales, el problema reside en primero pensar en la conveniencia de un partido que ha transformado al país, y nunca jamás en satisfacer las apetencias de nadie o de un sector en particular.

Si el país lo quiere y lo manifiesta, otra oportunidad para el actual Presidente, ¿cuál puede ser el problema entre los peledeístas, quienes por la tradición de su visión, de su normativa y sus ideas sociales deben ser los primeros en deponer cualquier contradicción en beneficio de proseguir con éxito un proyecto de nación.

Usted sabe más que nadie que si se ha logrado un buen desempeño (hasta ahora el mejor) ganar sin dificultades un proceso electoral es crucial. ¿Entonces por qué esta tirantez cuando usted dijo reiteradamente que de ir Danilo Medina lo apoyaría?
Sobre esta lógica, lo del Comité Político y su reunión del diecinueve pasado jamás debió ocurrir. He sostenido y sostengo que el mayor ganador de una reelección (y apoyo incondicional) de Danilo Medina es usted. Mucho antes de que a Danilo se le hubiese ocurrido, Leonel Fernández Reyna debió ponerse de su lado con todo su apoyo para que el PLD ganase sin sorpresas ni apuros y en la seguridad de dar un paso decisivo hacia adelante lo que premiaría el país.

Aunque demasiadas cosas han pasado que no debieron suceder, responsablemente le pido considerar mi posición, que es la de demasiados amigos suyos verdaderos, y que no han querido nunca otra cosa que reconocer y respaldar lo mucho y muy bueno que ya le dio a los dominicanos, y en la esperanza de saber con sobrados hechos que su gran labor política tiene futuro en un porvenir.

Es el tiempo preciso de Danilo Medina Sánchez. Un país entero ha dicho reiteradas veces que sí. Ceder el paso ahora jamás puede verse como una derrota de Leonel Fernández Reyna, cuando los principios partidarios esenciales se imponen para servir con legítima grandeza a la nación.
Siempre, su viejo compañero y
hermano
José Bobadilla l

Es el tiempo preciso de Danilo Medina Sánchez. Un país entero ha dicho reiteradas veces que sí. Ceder el paso ahora jamás puede verse como una derrota de Leonel Fernández Reyna, cuando los principios partidarios esenciales se imponen para servir con legítima grandeza a la nación”.

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