El resto de los salarios

Con mucha frecuencia, el único mecanismo directo que tienen los gobiernos para influir sobre las remuneraciones laborales es la fijación de salarios mínimos. Su objetivo principal es proteger a las personas asalariadas de ingresos laborales más…

Con mucha frecuencia, el único mecanismo directo que tienen los gobiernos para influir sobre las remuneraciones laborales es la fijación de salarios mínimos. Su objetivo principal es proteger a las personas asalariadas de ingresos laborales más bajos, evitando que sus remuneraciones se reduzcan a niveles ética, política y socialmente intolerables. Como se trata de sobrevivencia con un mínimo de dignidad, se reemplaza el mercado en la determinación del salario por una decisión de política.

Sin embargo, los salarios mínimos también pueden perseguir otros objetivos. Uno de ellos podría ser marcar la pauta para el resto de los salarios, de tal forma que el ajuste en la base arrastre al resto de las remuneraciones, por lo menos en los niveles inmediatamente superiores. Otro objetivo sería ser reducir la inequidad salarial haciendo que en los tramos de remuneraciones más bajas, estas aumenten más rápidamente que en los de compensaciones más elevadas. Además, los aumentos en los salarios mínimos frecuentemente incrementan las cotizaciones a la seguridad social, mejorando potencialmente la protección frente a la enfermedad, la vejez y la discapacidad.

En la República Dominicana, es bien conocido que, el efecto más importante que ha tenido el ajuste de los salarios mínimos en los últimos años ha sido apenas evitar la pérdida de su poder de compra. Desde 1968, el salario mínimo fue perdiendo valor real y tocó fondo durante la primera mitad de los ochenta cuando alcanzó apenas el equivalente a un 65% del poder de compra de 1968. Fue en esa época que los salarios mínimos empezaron a diversificarse y se crearon los diferenciados para zonas francas y empresas pequeñas. En los años siguientes, el aplicable a las empresas “grandes” se estabilizó en torno al 73% de la capacidad de compra que tenía en 1968, y allí se ha mantenido hasta la actualidad. Para el resto, es decir, para las empresas pequeñas y medianas, para las zonas francas y para el sector público, se han mantenido estables en alrededor de 45%-50% de su nivel real de 1968.

Pero, ¿Qué ha pasado con el resto de los salarios? La evidencia disponible indica que los aumentos de los salarios mínimos han tenido un efecto limitado en el resto de las remuneraciones. Los salarios más altos han aumentado menos velozmente que los más bajos y la dispersión salarial se ha reducido. Esto es válido cuando se consideran las diferencias salariales entre los que más ganan y los que menos ganan tanto en el sector formal e informal, pero también entre los diferentes grupos ocupacionales (gerentes, profesionales, técnicos, operarios, trabajadores no calificados…), entre las diferentes categorías ocupacionales (patrono o socio, cuentapropista, empleado/a privado…), y entre los asalariados y asalariados con diferentes niveles educativos (sin instrucción, con instrucción primaria, media o universitaria).

Mientras en el año 2000, la diferencia entre las remuneraciones medias del 10% que más ganaba y las del 10% que menos ganaba en el sector formal era de 20 a 1, en 2014 se había reducido a 14 a 1. Entre trabajadores del sector informal esa brecha también se redujo pero mucho menos. Igualmente, mientras en 2000 la diferencia entre el 10% que más ganaba entre gerentes y administradores y el 10% que menos ganaba entre trabajadores no calificados era de 25 a 1, en 2014 se redujo a 20, y la registrada entre el 10% que más ganaba entre los patronos o socios y el 10% que menos ganaba entre empleados se comportó casi igual. Por último, la diferencia entre el 10% que más ganaba entre los que tenían estudios universitarios y el 10% que menos ganaba entre los que no tenían instrucción se redujo de 26 a hasta 18 a 1.

En síntesis, lo que parece haber estado pasando es que todos los salarios, y no solo los más bajos, se han estancado en términos reales, y que los aumentos para los de mayor nivel han sido menores. Eso significa que de manera gradual las diferencias salariales se han ido reduciendo y, por decirlo de alguna manera, la mayoría de los salarios se han ido “aglomerando hacia abajo”. Aunque la inequidad salarial se ha reducido, antes que “hacia arriba”, lo ha hecho “hacia abajo”.

El mensaje que se desprende es claro: no sólo es que los salarios mínimos no han hecho lo suficiente; es que se requiere más que eso. El fondo de la cuestión está en la capacidad de que las empresas nazcan, crezcan, se desarrollen, se hagan más productivas y creen muchos empleos buenos, y en que la gente adquiera capacidades que las empresas valoren y retribuyan. 

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