Resonancias en el tiempo

Santiago fue un sueño rojo. No, no es el título de una película propagandista soviética. Es una metáfora perfecta para describir lo sucedido el sábado pasado en Chile.

Santiago fue un sueño rojo. No, no es el título de una película propagandista soviética. Es una metáfora perfecta para describir lo sucedido el sábado pasado en Chile.Una historia que se mezcla con una segunda más vieja que, cual cuento fantasmagórico, empieza con tres naciones hoy en día inexistentes. Allá por 1976, en la final de la Eurocopa de ese mismo año celebrada en Yugoslavia, Checoslovaquia se jugaba la final contra Alemania Occidental. Con todas las instancias de tiempo reglamentario cumplidas el resultado se mantenía 2-2.
Un público expectante se preparaba para presenciar la primera definición por penales en la historia del torneo.

Los primeros siete tiros fueron convertidos diligentemente por los futbolistas de ambos equipos pero, al llegarle la hora al cuarto tirador alemán, Uli Hoeneß, este reventó el balón por encima del poste en una manera similar a la que se le vio a Higuaín frente a Bravo. Poner la firma final al primer trofeo de la selección a tirar recaía entonces sobre el siguiente lanzador.

Antonín toma la pelota al mismo tiempo que Alexis. La levantan. La pesan con sus manos. La plantan en el punto de penal. Respiran y el estadio respira también. Toma impulso Antonín y Alexis toma impulso con él.

La agresividad de aquel par de arrancadas contrastaría de manera fenomenal con la suavidad que seguiría. Un toque fino, sutil. La pelota se elevaría de la tierra con la ligereza de un globito que se le escapa de las manos a un crío para después bajar hacía el interior de la portería, el arquero completamente vencido entre la poesía del movimiento y la certeza del gol.

Algunos ya habrán adivinado que el Antonín que menciono es Antonín Panenka, el checo bajo cuyo apellido quedo bautizada aquella técnica, el símbolo más claro que existe en el fútbol de ‘gracia bajo presión’. Aquella tarde-noche Antonín dio a Checoslovaquia su primer y único título continental de la misma manera en la que Alexis Sanchéz, emulándolo, dio a Chile su primera Copa América. Resonancias de las lindas.

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